La luna llena
iluminaba mis pasos, aún así no podía evitar que las ramas golpeasen mi rostro.
Estaba demasiado ocupada corriendo, escapando de aquello que me perseguía.
Podía sentir su presencia detrás de mí, acechándome, jugando conmigo al gato y
al ratón. Sólo que él no era un gato ni yo un ratón.
Mi corazón
latía frenético, mis pulmones estaban a punto de colapsar, mis piernas
amenazaban con fallar en cualquier momento. Aún así, no me permití bajar el
ritmo. No podía. Por cada paso que yo daba, él se acercaba dos.
Otra rama
golpeó nuevamente mi cara, arañándome sin piedad. Limpié la sangre con el dorso
de la mano sin dejar de correr. Las lágrimas ardían en cada herida y
dificultaban mi visión. Mi boca estaba seca y por más que lamiese mis labios,
no lograba quitarme el regusto a miedo. Estaba aterrorizada.
Mi pie
derecho se enredó en una raíz y trastabillé. Logré mantenerme en pie a duras
penas y mi mirada huyó hacia atrás, intentando ver a mi perseguidor. Podía oír
su fuerte respiración demasiado cerca, pero no había rastro de él. Un gemido
lastimero salió de mi garganta. El primer sonido que emitía desde que empezó a
acecharme.
Seguí
corriendo, ignorando el cansancio que empezaba a apoderarse de mi cuerpo. Sin
pensar en el dolor de mis pies descalzos. Tratando de olvidar que él era más
fuerte y más rápido que yo. Que no
podría huir por mucho más tiempo. Que sólo estaba divirtiéndose conmigo.
Mi pie
izquierdo tropezó con una piedra y esta vez sí caí de bruces. Mis manos y mis rodillas se llevaron la peor parte del
golpe pero mi corazón sufrió más. Sabía que mi final estaba cerca. La rabia se
apoderó de mí y me levanté como pude para seguir huyendo. Mientras hubiese un mínimo
rastro de aliento en mí, no dejaría de escapar de él. No me dejaría vencer por
él.
El rumor de
las hojas a mi alrededor me alertaron de que estaba cerca. Me había dado
alcance. O tal vez, había decidido dar por finalizado el juego. Siempre había
sido la presa indefensa y él el cazador cruel. Sabía que me atraparía incluso
antes de empezar a correr para alejarme de él. Nunca había tenido una
oportunidad real de escapar.
-Ya basta –
grité, parándome en medio del bosque – Acaba conmigo de una vez. No puedo
seguir con esto.
De la nada,
apareció el lobo negro más impresionante que había visto en mi vida. Saltó
sobre mí y me derribó. Mi cabeza se golpeó con fuerza contra el suelo y por un
momento, creí que me desmayaría. Hubiera sido lo mejor, pensé apenada.
Un profundo y
amenazante gruñido salió de su garganta y me estremecí de pies a cabeza. Me
miraba con sus oscuros ojos negros y un nuevo escalofrío me asaltó. Había algo
humano en ellos y supe al momento que las historias que mi madre me contaba de
pequeña eran ciertas. Los hombres-lobo existían, uno de ellos pretendía acabar
con mi vida.
-Hazlo ya –
supliqué, cerrando los ojos y exponiendo mi cuello. No rogaría por mi vida,
sino porque acabase cuanto antes. Aquellos seres no sentían compasión, no
serviría de nada intentar escapar ahora que me tenía a su merced.
Un nuevo
gruñido me obligó a abrir los ojos y a mirarlo. Me mostraba sus amenazantes
dientes mientras su hocico bailaba al ritmo de las vibraciones que aquel sonido
provocaban en él. Tragué con dificultad, sin poder apartar los ojos de su boca,
mientras veía cómo se acercaba a mí cada vez más.
Ahogué un
grito cuando sentí sus dientes rozando mi cuello y cerré nuevamente los ojos.
Si iba a matarme, no quería verlo. Me bastaría con sentir el dolor de mi piel y
mis músculos desgarrándose. Mi cuerpo se tensó esperando lo peor.
Mi mente
registró un único pensamiento en ese momento. Ealair. No me había atrevido a
confesarle lo que sentía por él y ahora sería demasiado tarde. Nunca conocería
el sabor de sus besos, ni el calor de sus brazos. Nunca probaría la exquisitez de
su musculoso cuerpo. Nunca más escucharía su voz, profunda y dulce al mismo
tiempo. Moriría ignorando si él sentía lo mismo que yo. Tal vez fuese mejor
así, la decepción de su rechazo sería algo imposible de soportar.
Mis
pensamientos dejaron de divagar, sólo para notar que el dolor no había llegado
todavía. Seguía viva y entera. Una vez más, mis ojos se abrieron, encontrándose
con la mirada expectante del enorme lobo. Cuando la sangre en mis venas comenzó
a quemar y mi piel se tornó roja, me liberó de la prisión de su cuerpo. Fue
entonces cuando me invadió el dolor. Un penetrante e insoportable dolor.
Me retorcí en
el suelo, desesperada por liberarme del calor abrasante que me roía las entrañas.
Mi piel ardía donde me había mordido el lobo y la quemazón se iba extendiendo
por todo mi cuerpo. Mis manos no dejaban de rascar la zona, intentando eliminar
lo que fuese que me hubiese hecho aquel ser. Los gritos que no había soltado
durante la persecución, salieron ahora de mi garganta. Nada podía aliviar mi
tormento.
Cuando mi
cuerpo comenzó a convulsionar, el suyo empezó a cambiar de forma. Veía
impotente cómo su pelo iba desapareciendo y su forma de cuadrúpedo dejaba paso
a otra más humana. En medio de mis delirios, creí reconocer al hombre tras la
bestia. Cerré los ojos tratando de desechar lo evidente, pero la imagen se
formó en mi mente. Tan nítida como si estuviese todavía mirando hacia él.
-Shona – lo
oí susurrar en mi oído – No luches. Déjate llevar y el dolor pasará.
Aquella voz.
Yo conocía aquella voz. Una que había creído no volver a escuchar nunca más. Abrí
los ojos y allí estaba. No me había equivocado, después de todo.
-Ealair –
gemí de dolor y confusión.
-No te
resistas – me acarició el rostro casi con devoción – Ya casi termina.
-¿Qué me has
hecho? – la acusación impregnaba sus palabras.
-Perdóname –
rogó – Necesitaba asegurarme de que estaríamos juntos para siempre. Esta era la
única forma de lograrlo. No me juzgues. No me condenes por ello, Shona.
El dolor
comenzaba a remitir y mi mente regresaba a su normal funcionamiento. La súplica
en los ojos de Ealair no me resultaba indiferente. Deseaba abrazarlo y
consolarlo. Jamás podría condenarlo por
nada. Yo lo amaba.
-¿Qué me has
hecho? – repetí, más calmada.
-Ahora eres
como yo – me miró a los ojos con intensidad.
-Como tú –
murmuré.
A medida que
el significado de aquellas palabras penetraba en mi mente, mis ojos se abrían en
sorpresa. Ealair era un hombre-lobo y me había convertido en otro.
-¿Por qué?
-Porque te
amo y no quiero vivir sin ti.
Lo miré sin
llegar a creerme lo que había dicho. Minutos antes había lamentado no poder
decirle yo eso misma y ahora lo estaba escuchando de sus labios. Me estremecí,
no sé si de frío o de emoción. Mi mente estaba confusa todavía.
-Háblame – me
rodeó con sus brazos y un extraño calor se apoderó de mí – Dime qué estás
pensando. Por favor.
Fui
consciente, entonces, de su cuerpo desnudo pegado al mío y el calor subió hasta
mis mejillas. Me removí en su abrazo, incómoda por la situación, pero no me
soltó.
-Estás
desnudo – dije al fin.
-Te
acostumbrarás – susurró de nuevo, provocando escalofríos en mi columna
vertebral – Háblame, por favor. Dime algo. Sé que debería haberte pedido
permiso primero antes de convertirte, pero no podía soportar la idea de perderte
si te confesaba lo que era y me tenías miedo. No puedo…
-Yo también
te amo – le confesé, interrumpiendo su diatriba. De nada servía lamentarse por
algo que ya no se podía cambiar. Y si lo había hecho por amor, no sería yo
quien lo juzgase – Y quiero pasar toda la eternidad contigo, ya sea como mortal
o como hombre-lobo. Solo me importa estar a tu lado.
Sus ojos
buscaron los míos, parecían ansiosos. Una tímida sonrisa curvó mis labios,
tratando de dar veracidad a mis palabras, y su mirada se desvió hacia ellos.
Sabía que me iba a besar, mucho antes de que lo hiciese.
Miel. Sus
besos sabían a la más dulce y embriagadora miel. Sus brazos rodeándome me
hacían sentir protegida. Su cuerpo desnudo provocaba intensas reacciones al
mío. Como había pensado, Ealair era todo cuanto una mujer podía soñar. Y era
mío.
Mm... Un libro de esto, por favor!
ResponderEliminarSabía que dirías eso ;)
ResponderEliminarohhhhhhhh! pero que leen mis ojos? Me encanta encontrar retales de tí, de tu magia, de tus historias! voy a seguir buscando!!! ;D
ResponderEliminarBusca, busca, que en la revista hay unos cuantos ;)
EliminarMe encanta colaborar en ella con mis relatos. Y pásate por la sección Highlander también. Sé que te encantará. (Lo digo porque gran parte de ella la escribo yo. jeje)
Yo quiero un libro con esta historia! Son lobos escoceses? 😂😂😂
ResponderEliminarYo quiero un libro con esta historia! Son lobos escoceses? 😂😂😂
ResponderEliminarEn teoría no se trata de un Hombre lobo escocés pero es una buena sugerencia. Se lo diré a Sonia para que lo tenga en cuenta cuando tenga que ampliarla. Gracias por tu idea.
Eliminar