Eva P.
Valencia
Fragmento de la Serie Loca seducción Nº 3 de
Sin mirar atrás
(Te recomiendo que si no
has disfrutado con anterioridad de Otoño en Manhattan, Quiero ser tu principio
y tu fin y Recuérdame, no continúes leyendo por su alto contenido en SPOILERS)
[...]—Veamos, he pensado
en seguir algunas pautas que nos podrían ayudar a buscar a mi hermana.
—Soy todo oídos.
—El día de su desaparición, el FBI me interrogó. Estuvieron linchándome a
preguntas cerca de dos horas: lugares que frecuentaba ella y su marido,
amistades en común… ya sabes, lo típico. En resumidas cuentas, que no tenían ni
la menor idea por dónde comenzar a buscarla. Eso me repateó… —Rebufó dolido—.
No tienen una puñetera pista que seguir. Andan perdidos en el limbo.
—No tienen nada. Es como si a Clive y a Noah se los hubiese tragado la tierra. Nadie vio nada, nadie escuchó nada. Nada, no tienen nada...
—Entonces, ¿cuáles son esas pautas a las que hacías referencia?
—Gracias a mi profesión, en muchas ocasiones he tenido que echar mano de la psicología emocional para estudiar los comportamientos de mis clientes.
—Creo saber adónde quieres ir a parar.
Jonathan arqueó la espalda acortando la distancia entre los dos. Lo miró directamente a los ojos de forma intrigante y después añadió:
—Si tú fueras Clive Wilson, ¿adónde llevarías a Noah?
—Esa pregunta no tiene sentido porque… si yo fuera él, no cargaría con ella. —Frank forzó una sonrisa—. Es obvio que ella retrasaría mi huida. Si yo fuera Clive la hubiese abandonado o… asesinado.
—¡Bingo!
El joven abogado sonrió de oreja a oreja. Dio gracias porque su intuición una
vez más no le jugara malas pasadas, y ésta le gritaba con letras luminosas de
que Frank era un tipo listo, muy listo.
—¿Qué sugieres, Jonathan?
Frank, harto de oír siempre la misma cantarela, se levantó de un salto del sofá, como si tuviese prisa por marcharse. Recorrió el salón a grandes zancadas y se puso el abrigo dispuesto a salir por la puerta, notando cómo un par de ojos se le clavaban como dagas en la nuca.
—¿Adónde vas?
Se giró y lo miró fijamente. Tenía las pupilas tan dilatadas y brillantes que sus ojos pardos parecían negros.
—A demostraros a todos de que Noah sigue viva.[...]
Frank, harto de oír siempre la misma cantarela, se levantó de un salto del sofá, como si tuviese prisa por marcharse. Recorrió el salón a grandes zancadas y se puso el abrigo dispuesto a salir por la puerta, notando cómo un par de ojos se le clavaban como dagas en la nuca.
—¿Adónde vas?
Se giró y lo miró fijamente. Tenía las pupilas tan dilatadas y brillantes que sus ojos pardos parecían negros.
—A demostraros a todos de que Noah sigue viva.[...]
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Muchas gracias por compartir este pedacito de la saga en tu blog <3
ResponderEliminarMil besos!