Logan
Logan se pasó la mano
por el pelo, de color marrón, que llevaba cortado a media melena, mientras
miraba fijamente el cuarto trago que se había tomado esa noche. Era bueno estar
en casa después de dormir en la residencia de estudiantes. Al menos, lo más
hogareño que iba a tener, ya que vivía con la familia Stark desde que estaba en
el instituto. Levantó la vista cuando Jordan, su mejor amigo, se acercó y se
sentó en el taburete a su lado, moviendo la cabeza.
Logan se inclinó hacia atrás, mirando al grupo de
chicas con las que Jordan acababa de hablar.
—¿No hay nada que hacer?
Jordan se bebió lo que quedaba en el vaso y
levantó dos dedos, indicándole al camarero otra ronda. Su pelo oscuro y sus
ojos azules lo hacían un imán para las chicas, pero su actitud de «no me
toques» ponía banderas rojas para la mayoría de ellas.
—Todos están celebrando su graduación en la
universidad. Tienen ese tipo de actitud de: «podemos enfrentarnos al mundo».
Estoy seguro de que lo superarán con el tiempo. De todos modos, no quería pasar
la noche escuchando a una chica hablar de sus futuras aspiraciones.
Logan levantó una ceja.
—Seguro que eres un imán para las mujeres.
Jordan resopló.
—Mi billetera es un «imán para las mujeres». Yo
solo tengo un pelo bonito y buenos ojos, o eso me han dicho.
Logan tomó un sorbo de su bebida, riéndose.
—¿Fue tu madre quién te dijo eso?
Jordan le dio un codazo.
—Muy gracioso. Puede que seas un estudiante de
tercer año en la universidad, pero tienes la mentalidad de uno de secundaria.
Logan inclinó la cabeza hacia adelante y hacia
atrás con una sonrisa.
—Ya me conoces, tengo que mantenerme joven de
corazón.
Jordan hizo otro intento.
—¿Sabes cómo te mantienes joven? Acostándote con
alguien de vez en cuando. En serio, las chicas se enamoran de ti y tú las ignoras
como si no fueran nada. Nunca te he visto llevar a una chica a casa.
Logan se encogió de hombros.
—Eso es porque nunca he llevado a una chica a
casa. Quiero decir, no sé por qué pensaste que eso había cambiado. No es como
si nunca me hubieran hecho una mamada o me hubiera metido en líos, es solo que
paso de todo lo demás. Por elección propia, obviamente.
Jordan sacudió la cabeza como si estuviera
decepcionado.
—Oye, es tu vida, amigo. Tú eres el que se lo está
perdiendo.
—Oh, sí, entre tus historias de chicas pegajosas y
el infierno que pasas para alejarte de ellas, realmente siento que me estoy
perdiendo algo —respondió Logan.
Jordan le dio una palmada en la espalda.
—Cada cosa en su momento vale la pena. Pero, dime,
¿cómo fue el último semestre? ¿Se te ocurrió alguna genial idea para tu
compañía?
Logan puso los ojos en blanco.
—Sé que quiero una compañía tecnológica, sin duda
alguna. Aunque es muy difícil meterse en esa mierda. Hay unas prácticas al otro
lado del país a las que le he echado el ojo. No quiero dejar Los Ángeles, pero,
si me lo ofrecen, lo haré. No quiero ser esclavo de ese hombre por el resto de
mis días. ¿Y qué hay de ti?
Jordan se burló.
—Sabes que esa mierda de la universidad era para
aparentar. Tengo que heredar la productora en unos años. Hasta entonces,
trataré de superar los problemas con mi padre y, simplemente, me divertiré.
Planeo hacer un pequeño trabajo este verano, ya que están produciendo una
película de Helena Álvarez y ella está muy buena.
Logan enarcó una ceja.
—Sí, porque tienes una oportunidad con ella.
Jordan se rio.
—¡Oye! Nunca se sabe, a menos que lo intentes.
Además, mi padre quiere que coja las riendas en poco tiempo. Y sabes que en un
instante habría un lugar ahí para ti. Papá piensa en ti como un hijo.
Logan asintió.
—Lo sé. Es solo que no quiero hacer todo el asunto
ese de la película. No va conmigo. Tengo ideas y planes reales, y quiero
llevarlos a cabo.
Jordan miró por encima de su hombro.
—Eso es genial, tío, pero ahora mismo estoy a
punto de ver a Alexa en acción. Acaba de llegar con una amiga que está
buenísima. ¿Por qué no vienes conmigo? Son una apuesta segura.
Logan les echó un vistazo a las chicas.
—No, gracias de todas formas. Estoy viendo doble.
Creo que voy a coger un taxi e irme a casa. Son casi las dos.
Jordan suspiró.
—De acuerdo, tío, tú te lo pierdes. Yo pago la cuenta.
No hagas mucho ruido cuando entres, no quiero despertar a Amber. Acaba de
terminar con todas las celebraciones de la graduación y estoy seguro de que ya
se ha acostado.
Logan terminó su bebida y le dio una palmadita en
el hombro a su amigo.
—De acuerdo, colega. No dejes embarazada a ninguna
y no hagas enfadar demasiado a nadie.
Jordan sonrió con suficiencia.
—Lo haré lo mejor que pueda con eso de no hacer enfadar
a la gente, y no habrá bebés para este tipo. Tiene la cartera ultra pesada
hecha de condones de acero reforzado.
Logan hizo una mueca.
—Eso suena asqueroso, pero oye, lo que haga falta
para no sacar a flote a tus soldaditos, ¿verdad?
Jordan se rio mientras se dirigía a las chicas,
levantando los brazos y posándolos sobre sus hombros. Logan sacudió la cabeza sonriendo
y sacó su teléfono. Llamó a la aplicación Uber y pidió un coche, sentándose en
uno de los bancos de fuera del bar mientras esperaba. Iba un poco más borracho
de lo que pensaba. Se agarró al reposabrazos e intentó parecer sobrio mientras la
gente pasaba por la calle. Los bares iban a cerrar pronto, así que habría una
avalancha de borrachos tratando de conseguir un taxi. Probablemente, sería un
momento de bastante agobio.
Logan miró fijamente a un grupo de personas que
salían del bar de enfrente. Había dos chicas muy guapas acompañadas por sus
novios. Él había planeado ser uno de esos tipos; incluso había estado cerca en
alguna que otra ocasión.
Pero, después de la muerte de sus padres, se había
abrochado el cinturón, centrándose solo en intentar labrarse un futuro porque,
aunque la familia Stark lo había acogido y tratado como a uno de los suyos,
sabía que al final solo se tendría a él. Tenía que crear estabilidad para sí
mismo. En ese momento, sin embargo, solo quería que su Uber apareciera para
intentar poner algo de comida en su estómago.
—¿Eres Logan? —escuchó una voz que gritaba.
Abrió un ojo y vio al conductor del Uber con la
puerta trasera abierta. Logan asintió y gimió cuando se levantó, tratando de
caminar en línea recta hacia el coche. El conductor se rio. Era un hombre
delgado, de mediana edad y con un sombrero en forma de champiñón. Logan estaba
bastante seguro de que en cualquier otra situación habría evitado a una persona
así, pero la noche ya estaba siendo demasiado rara, así que lo siguió.
Cuando el conductor se subió y puso la dirección
en su GPS, miró por el espejo retrovisor y volvió a reír.
—¿Volver solo a casa en una noche tan bonita como
esta?
Logan se burló, borracho.
—Mi mejor amigo lo compensará, confía en mí.
Además, estoy demasiado borracho como para no hacer el ridículo.
El conductor giró la calle y se dirigió a la
puerta de la casa, donde paró. Logan se inclinó y le dio una propina en
efectivo. El conductor la cogió y sonrió.
—A veces, lo único que hace falta es hacer un poco
el ridículo. Recuerda eso en el futuro.
Logan metió la llave en la cerradura y cruzó a
trompicones el jardín hasta la puerta principal. Sujetó con fuerza el pomo de
la puerta, enderezándose, aunque pensó que a las tres de la mañana todos
estarían en la cama. Entró en la casa y cruzó el vestíbulo, decidiendo que la
comida era la mejor opción. Al doblar la esquina, se topó con Amber, la hermana
pequeña de Logan. Bueno, ya no tan pequeña. Lo golpeó en el pecho y retrocedió,
mirándolo de forma extraña.
Logan extendió las manos y le tocó los hombros.
—Oh, vaya. Lo siento, Amber. Mierda. Yo solo quería...
comer, creo.
Amber se rio frotando su frente. Sus brillantes
ojos azules brillaron incluso en la oscuridad del pasillo.
—¿Estás... Estás borracho?
Logan levantó los dedos.
—Solo un poco. Pensé que todos estaríais dormidos.
Le temblaron las rodillas y se tropezó,
golpeándose en el costado y empotrándose contrala pared. Amber levantó las
cejas y le puso una mano a un lado para estabilizarlo.
—Estaba estudiando para los exámenes de admisión
en Yale. ¿Por qué no vienes a la cocina y te sientas? Creo que te vendría bien
algo de comida y agua.
Logan se puso en pie, sintiendo el cálido
cosquilleo de su mano en el costado. Empujó la sensación al fondo y se frotó la
cara.
—Pero te acabas de graduar en el instituto. Ayer,
sin ir más lejos. Y no tienes esos exámenes hasta dentro de unas semanas.
Amber se encogió de hombros. Giró sobre sus
talones y se encaminó hacia la cocina.
—Lo sé, pero quiero estar lista. No quiero
terminar en una clase de matemáticas de recuperación con un montón de idiotas.
Logan caminó tras ella.
—¿Tienen de esos en Yale?
Amber frunció los labios.
—Los tienen en todas partes.
Encendió la luz de la cocina y le hizo señas para
que se sentara en una de las sillas de la barra de desayuno. Logan la observó mientras
caminaba hacia la nevera, admirando los diminutos pantalones cortos y la
camiseta de tirantes ceñida que llevaba puesta. Verla allí de pie descalza, con
su pelo largo y oscuro cayendo en cascada por su espalda, envió un millón de
escalofríos a todas las partes de su cuerpo. Desvió la vista cuando ella se dio
la vuelta llevando una barra de pan, un poco de mostaza, queso y fiambre.
Logan trató de pensar qué decir, pero su mente
estaba nublada por el whisky.
—Bueno, dime otra vez qué quieres estudiar allí —dijo
luchando consigo mismo y con su mente.
Amber movió la cabeza hacia atrás y hacia delante
mientras le preparaba un sándwich.
—Historia es mi primera opción, pero papá cree que
debo de dedicarme a algo relacionado con los negocios. No sé, dijeron que puedo
elegir después de mi primer año, después de ponerme al día e investigar opciones
para el futuro. Toda mi atención hasta ahora estaba solo en cómo entrar en
Yale.
Terminó de preparar el sándwich y lo puso delante
de él, llenando un vaso con agua. Tocó el pan con el dedo. Un montón de pensamientos
diferentes recorrieron su mente, pero, sobre todo, en cómo podía ver la curva
de sus pechos perfectos a través de su camiseta sin mangas. Cogió el sándwich y
le dio un mordisco, contento de que le llegara algo al estómago.
La miró y la pilló observándolo comer. Sus
mejillas se pusieron rojas.
Eso debería ayudar a absorber algo del alcohol.
—Déjame adivinar, mi hermano va a pasar la noche
en la casa de una chica.
Logan sonrió.
—Lo conoces bien.
Amber sacudió la cabeza y empezó a guardar las cosas
en la nevera.
—Por desgracia, sí. A él y a sus malos hábitos.
Solo puedo pensar lo que pasará cuando llegue el día en el que se enamore de una
de ellas. Pobre chica.
Ambos se rieron, sabiendo lo mucho que Amber
adoraba a su hermano, pero, también, que Jordan era un desastre la mayor parte
del tiempo. Logan volvió a mirar a Amber, esta vez sintiendo la fuerza del
coraje corriendo por sus venas. Se puso de pie, un poco tambaleante, y se
acercó por detrás a Amber, deslizando sus manos alrededor de su cintura e inclinándose
hacia abajo para poder susurrarle al oído.
—He pensado que sería un buen momento para decirte
lo jodidamente sexy que creo que eres. Siempre lo he pensado, y mis sueños
sobre ti, por la noche, son demasiado calientes como para, a veces, saber manejarlos.
No puedo contenerme por más tiempo.
Amber se dio la vuelta y lo enfrentó, mirando sus
grandes ojos verdes. Puso la mano en su pecho y lo empujó suavemente hacia
atrás con una sonrisa.
—Cómete el sándwich. Estás borracho y confundido.
Confía en mí, nos reiremos de esto por la mañana.
Logan volvió a su sitio, avergonzado, y sabiendo que no habría ninguna sonrisa de su parte.
Amber
Taylor tomó un sorbo
de su té helado y se recogió el cabello en una coleta. Sus mejillas se sonrojaron
y sus ojos brillaron mientras le contaba la noche romántica que había pasado
con su novio, Casey, la semana anterior. Amber se inclinó hacia adelante, apoyándose
en una mano, mientras sonreía a su mejor amiga; contenta de que fuera feliz.
—Fue una locura. En serio, chica. Mucho más de lo
que esperaba de él —bromeó Taylor.
Amber sonrió.
—No parece del tipo romántico, eso es seguro. Pero
probablemente sea diferente entre bastidores.
Taylor se secó los labios con la servilleta.
—Lo fue cuando se trató de esto. Sabía que era mi
primera vez y que quería que fuera especial. Puso rosas, encendió velas y fue
muy amable conmigo.
Amber levantó la cabeza.
—Entonces, ¿no te dolió?
Taylor movió la mano de lado a lado.
—No se parece a nada de lo que te hayan dicho. Nos
hemos liado mucho a lo largo de los años. Fue especial perder mi virginidad con
mi novio del instituto. Te lo juro, vamos a ser de esas minorías de parejas que
superan la universidad de una sola pieza. Al menos, eso espero.
Amber agitó las manos.
—Te adora. Esperó pacientemente durante cuatro
años y luego hizo todo lo posible para que fuera increíble. No habría hecho
todo eso si no quisiera estar para siempre contigo. Los chicos de hoy en día
son demasiado impacientes. Saben que pueden salir y conseguirlo donde sea, así
que es de admirar lo que él hizo.
Taylor suspiró con una sonrisa.
—Lo sé. Es el mejor.
Amber se aclaró la garganta y habló en susurros.
—Además de toda la emoción de la primera vez,
¿cómo la tiene?
Taylor se inclinó hacia adelante y estiró las manos
a veintidós centímetros de distancia.
—Más que aceptable, no sé si me entiendes, y sabía
manejarla. Tuve dos orgasmos para cuando terminamos con la primera ronda.
Amber jadeó.
—¿La primera? ¿Cuántas veces lo hicisteis?
Taylor se encogió de hombros con una sonrisa.
—Varias. Es como si, una vez que se acaba la
primera vez, ya no hay vuelta atrás. Todas las inhibiciones desaparecen.
Amber se abanicó de forma juguetona con la servilleta.
—Ni siquiera sabría qué hacer. Estaría buscando a
tientas por todas partes.
—No, una vez que estás dentro es como si supieras
qué hacer. Además, era la primera vez para los dos, así que hubo risas y algún
que otro codazo. Lo hizo todo mucho más especial. —Taylor sonrió cuando la
camarera se acercó, llenando su copa.
Amber se sentó y esperó a que la chica se alejara.
—Bueno, tal vez en la universidad lo descubra
todo. Mi vida ha sido un flujo interminable de preparativos para poder entrar
donde quiero.
Taylor gruñó.
—Sí, pero tiene que haber alguien a la vista, ¿no?
Quiero decir, algún tipo que te haga sentir un cosquilleo por todas partes y mariposas
cuando lo ves. Este será tu último verano libre en años. La gente suele volver
de la universidad en verano, pero te conozco. Tomarás clases de verano solo para
que pase más rápido.
Amber levantó las cejas.
—Bueno, las clases de verano son más baratas, eso
es seguro. Y ya sabes cómo le gusta a mi padre cuando digo: «más barato». De
todos modos, tengo que prepararme para Yale, los exámenes de ingreso y las
tareas de verano que tendré. No tengo tiempo para un romance de verano. ¿Qué
sentido tiene? Terminaría en lágrimas, por un lado y, por el otro, deseando
haber estudiado más.
Taylor se rio.
—Estás loca. Tienes emociones ahí dentro, las he
visto. Todo lo que digo es que no dejes pasar la vida por la universidad. Eres
más que capaz de conocer a alguien y de que te vaya bien en Yale. Lo sé por
todo lo extracurricular que hiciste en el colegio, además de ser la mejor de la
clase.
Amber puso los ojos en blanco.
—Las extraescolares son algo muy diferentes a una
relación. Solo tengo que estar en modo «súper enfoque» durante un último verano
y, entonces tendré todo por lo que he trabajado tan duro. Una vez que esté
allí, podré abrir mis ojos a más allá de eso. Sé que crees que no pienso en
estas cosas, pero sí lo hago. Quiero una familia algún día; un marido, quizás
algunos niños, pero tengo tiempo. Si el chico adecuado llamara a mi puerta, no
lo echaría, pero no ha habido nadie lo suficientemente asombroso como para
alejarme de lo que estoy enfocada.
Taylor dio un mordisco a su ensalada, asintiendo
con la cabeza.
—Lo sé, lo entiendo. Estoy súper orgullosa de ti
por ser la persona que eres. Eres de lo más tenaz. Si tuviera un cuarto de esa perseverancia
tuya, iría a Yale contigo, pero, en cambio, Casey y yo haremos el circuito
universitario local y conseguiremos un lugar juntos. No queremos estar
separados y ninguno de los dos tiene la motivación que tú tienes. De hecho,
empiezo a pensar que te has quedado con la del instituto entero.
Amber se rio mientras recogía su sándwich.
—No. No me dejé atrapar por las cosas brillantes,
¿sabes? No quería ser una idiota y pensar que podía tenerlo todo. Así que
renuncié a algunas de ellas. No me arrepiento. Al menos, no todavía. Estoy
demasiado ocupada eligiendo sudaderas de Yale y preparándome para el primer año
de Literatura Inglesa en otoño.
Taylor estiró el brazo y tocó la mano de Amber.
—Te voy a echar de menos. Todos te vamos a echar
de menos. Tu hermano se perderá y Logan también estará triste. Todos te
quieren.
Amber se sonrojó.
—Yo también os echaré de menos... De hecho... No
importa.
Taylor enarcó una ceja.
—Uh, no. ¿Qué ibas a decir?
Amber dejó su sándwich y se limpió las manos.
—Es algo raro que pasó anoche, pero no quiero
exagerar las cosas.
Taylor se inclinó hacia adelante con entusiasmo.
—Oh, Dios mío. Dime, ¿qué es?
Amber respiró hondo.
—Anoche, o esta mañana, en realidad, Logan llegó
como a las tres de la mañana completamente borracho. Giró la esquina y casi se
cae encima mía. Lo llevé a la cocina, le hice un sándwich, le di agua y
hablamos. Fue una conversación normal, nada fuera de lo común. Mi hermano se
había ido con una chica para pasar la noche.
Taylor se burló.
—Por supuesto.
Amber se rio.
—La cuestión es que, estoy guardando las cosas en
la nevera, y lo siguiente que sé es que tengo las manos de Logan alrededor de
mi cintura. Me empezó a decir lo sexi que era, cómo sueña conmigo y todo lo demás.
La boca de Taylor se abrió de par en par.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué hiciste? ¿Lo besaste? Dime
que lo besaste.
Amber arrugó su nariz.
—¡No! Apenas podía mantenerse erguido. Si te soy
sincera, creo que era el alcohol el que hablaba. Estaba confundido, yo estaba
en pijama, y no sabía lo que decía. Lo empujé con gracia y le dije que estaba
borracho y que nos reiríamos de ello más tarde.
Taylor puso cara de disgusto.
—Chica, estás loca. He visto la forma en la que
Logan te mira. Comenzó en su primer año en la universidad. Pasaste por un gran crecimiento;
tus tetas se hicieron enormes y te convertiste en una diosa con curvas. Cada
vez que pasas junto a él, te echa una mirada furtiva. Creo que también fue el
alcohol, pero solo por el hecho de que redujo sus inhibiciones lo suficiente
como para decirte la verdad. El tipo te desea de la peor manera posible.
Amber dejó caer la cara en su mano.
—¿Tú crees? No. No, eso no es verdad. Piensa en mí
como una hermana pequeña.
Taylor sacudió la cabeza.
—No, no lo hace. Piensa en ti como una hermosa
mujer con la que compartió casa durante esos duros años de su vida. Piensa en
ti como una familia, pero como una familia de amigos, no como una fraternal.
Creo que deberías lanzarte antes de irte.
Amber se rio de nuevo, sacudiendo la cabeza.
—¿Lanzarme? ¿Pierdes tu virginidad y de repente
hablas como Lil' Kim? No voy a lanzarme o a hacer cualquier cosa que vaya en
esa línea de pensamiento. Además, no creo que tengas razón. Creo que lo estás
creando en tu cabeza porque quieres que encuentre un hombre.
Taylor se encogió de hombros.
—Quiero que seas feliz, sea lo que sea que eso
signifique. Y no me lo invento, solo que no dije nada hasta ahora porque no
quería que te sintieras rara con él en tu propia casa.
—No lo haría, y no lo hago, porque no creo que sea
verdad —dijo Amber con firmeza.
Taylor dejó el tenedor y la miró con ojos soñadores.
—Sería como un sueño hecho realidad para ti, ¿no?
No creas que he olvidado el enamoramiento que has tenido con ese chico desde
que se quedó en tu casa.
Amber pudo sentir el calor en su pecho de nuevo.
—Lo sé. Fue un flechazo infantil, eso es todo.
—Fue divertido, sin embargo. ¿Recuerdas cómo solíamos
sentarnos y reírnos con él toda la noche, y luego tratábamos de verlo desde la
piscina? Siempre fue genial con tu hermano, y nunca mostró un lado vulnerable. —Taylor
movía las cejas.
Amber le tiró la servilleta a la cara.
—Detente. Sí, estaba muy enamorada de él, hasta
que, bueno...
Taylor la señaló con el dedo.
—¡Lo sabía! Todavía estás enamorada de él. Oh,
Dios mío, tienes que hacer algo. Ahora no sería extraño, porque los dos estáis
fuera de la escuela y os vais a marchar así que, si se pone raro, podéis desaparecer.
Por supuesto, tendrías que ocultárselo a tu hermano.
Amber levantó sus hombros, cansada.
—Lo castraría en la encimera de la cocina. Jordan
me protege más que mi propio padre. Nadie es lo bastante bueno para mí, ni
siquiera su mejor amigo.
Amber se dio cuenta de lo que decía y sacudió la
cabeza de un lado a otro.
—De todos modos, no importa, porque no va a
suceder. Seguro que ya está reflexionando sobre lo que dijo, si es que se
acuerda. Me evitará durante unos días y luego actuará como si nada hubiera
pasado. Créeme, no está realmente interesado en mí, y no me voy a arrastrar a
una tierra de fantasía en la que mis sentimientos van a salir heridos.
Taylor hizo un puchero.
—Bien, pero si pasa algo más, tienes que decírmelo
enseguida. Debo estar al tanto de todo lo que te suceda este verano porque, una
vez que te vayas a Yale y hagas amigos inteligentes, no seré más que un
recuerdo del pasado.
—Eres ridícula. Nunca me olvidaré de ti. Y, en
cuanto a Logan, puedo prometerte que tu teléfono permanecerá en silencio.
Taylor cambió de tema. Empezó a hablar de una boda
a la que tenía que ir en una semana, pero la mente de Amber se quedó en Logan.
No podía evitar preguntarse si había algo de verdad en lo que Taylor decía.
No podía negar que, desde la noche anterior, no había dejado de pensar en él. Se filtraba en cada pensamiento que tenía, y eso era exactamente lo que ella no quería que pasara.
Logan
Logan estaba sentado
en su habitación con la televisión encendida. De vez en cuando, echaba un
vistazo al pasillo para ver si Amber ya había llegado a casa de las compras con
su madre. Ella ocupaba su mente desde lo sucedido la madrugada anterior, y no
podía actuar como si nada hubiera pasado. La verdad era que una parte de él no
se arrepentía de haber dicho lo que dijo; se trataba de algo que llevaba ya un
tiempo quemándole por dentro.
Aunque tenía que
admitir que, la manera en la que lo dijo, no era la mejor de todas. Además, no
quería que las cosas fueran raras entre ellos; eran la única familia que
realmente tenía.
El sonido de unos pasos al subir las escaleras
llamó su atención, así que se movió en la cama, tratando de parecer
indiferente. Miró de reojo cómo Amber pasaba por su habitación cargando con varias
bolsas de la compra. Iba vestida con un largo y fluido vestido veraniego y su
pelo castaño la rodeaba mientras caminaba. Un cosquilleo de nervios y calor le
atravesó el estómago, pero lo echó a un lado, porque sabía que tenía que
intentar suavizar las cosas.
Se sentó en su cama y silenció la televisión,
dándole a Amber unos momentos para guardar sus cosas. Despacio, salió del
dormitorio y caminó por el pasillo hasta la puerta abierta. Se apoyó en el
marco y metió una mano en el bolsillo, mirando cómo ella sacaba la ropa de las
bolsas de la compra y la sostenía para sí misma frente al espejo de cuerpo
entero.
Sonrió cuando los ojos de Amber hicieron contacto
con los suyos a través del reflejo y lo pilló ahí detrás suyo, observándola.
Sus mejillas se volvieron rojas. Dobló el vestido en sus manos y se dio la
vuelta, enfrentándolo.
—Qué bonito. ¿Es para la escuela en otoño? —preguntó
Logan.
Amber se encogió de hombros, caminó hacia la cama
y se sentó en ella.
—No estoy segura. Mamá estaba en uno de esos días
de querer comprarlo todo, así que le seguí la corriente.
—Es bonito. Te verás muy guapa con él puesto —respondió
Logan.
Amber no dijo nada, solo sonrió y miró hacia
abajo. Logan respiró hondo y entró unos pasos en la habitación.
—Mira, quiero disculparme por lo que dije la otra
noche. Estaba borracho... Bueno, eso no es una excusa. No quiero que las cosas
se pongan incómodas entre nosotros.
Amber levantó las manos, quitándole importancia, y
sonrió.
—No hay necesidad de disculparse. Todos tenemos
nuestros momentos. Estamos bien.
Logan la miró de una forma un tanto sospechosa.
—Vamos, déjame llevarte a cenar. Es una cena de: «lo
siento» y una cena de: «feliz graduación». Todo en una.
Amber se lo pensó un momento y luego asintió con
la cabeza.
—Me gustaría mucho. Deja que me refresque un poco y
te veo abajo, ¿vale?
Logan asintió y caminó hacia la puerta, golpeando
el marco al salir. Una sonrisa se extendió por sus labios al llegar al pasillo,
sabiendo que estaba mintiendo, ya se sentía así por ella. Aun así, tenía que
mantener la calma. Ella era importante para él, y no podía dejar que las
confesiones de un borracho le arruinaran eso.
Bajó las escaleras y esperó en la entrada, mirando
todas las fotos que había de ellos en las paredes como si fueran una familia.
El sonido de los pasos de Amber captó su atención y miró hacia arriba, justo a
tiempo para verla descender las escaleras con el vestido que había estado
sosteniendo frente al espejo. Por delante era suelto y caía en forma de cascada
hasta el suelo.
Cuando se giró en la escalera, pudo ver que su
espalda estaba completamente expuesta. El color malva y la tela clara
complementaban a la perfección con su piel clara y sus rasgos oscuros. Tuvo que
alejar las chispas que salían disparadas a través de su pecho.
Extendió el brazo y Amber se agarró a él.
—¿Vamos?
La condujo hasta su todoterreno, la ayudó a entrar
en el lado del pasajero y cerró la puerta. Después, se dirigió al lado del
conductor y salieron como tantas otras veces. Esta vez, sin embargo, era diferente.
Estaba tranquilo, pero no de una manera incómoda. Cruzó Los Ángeles hasta las
playas que hay a las afueras de la ciudad. Allí había un restaurante que él
sabía que a ella le encantaba.
—Sabes todo lo que me gusta, ¿no? —se rio.
Logan se encogió de hombros.
—Presto atención, de vez en cuando.
Los dos entraron y se sentaron en una mesa. Logan
pidió un refresco y Amber levantó una ceja.
—¿No hay alcohol esta noche?
Logan se rio entre dientes.
—Creo que ya bebí suficiente alcohol la otra noche
por un tiempo. No quiero estropear la cena con mis divagaciones de borracho.
Amber se rio. Inmediatamente, la conversación giró
en torno a la escuela, sus ideas de negocios y todo lo demás. Hablaron como si
nada hubiera pasado, y fue una de las mejores conversaciones que Logan
recordaba haber tenido con ella. No pudo evitar que le sorprendiera darse
cuenta de lo animada y hermosa que estaba, sentada en el restaurante, hablando
con entusiasmo sobre su futuro. Su risa era embriagadora.
Antes de que se dieran cuenta, el tiempo había
pasado volando y eran casi los últimos en abandonar el restaurante.
—Probablemente deberíamos dejar de molestar a esta
gente.
Amber hizo un puchero.
—Me estaba divirtiendo mucho.
Logan sacó la tarjeta y se la dio a la camarera.
—Entonces, no dejemos que termine. Conozco un
lugar secreto en la playa donde podemos ir y hablar. Debería de haber una manta
en la parte de atrás de mi todoterreno para sentarnos.
Amber le sonrió a la camarera cuando regresó.
—Eso suena perfecto. No es que haya pasado mucho tiempo
en la playa, últimamente.
Logan firmó el recibo y cerró el portafolios,
empujando su silla hacia atrás.
—Bien. Vámonos, entonces.
Salieron del restaurante y agarraron la manta de
la parte trasera del todoterreno. El restaurante ya estaba en la playa, y
estaba a solo 10 minutos a pie de la zona aislada que Logan había encontrado
años atrás. Sujetó con suavidad a Amber de la mano mientras se quitaba las
sandalias y pisaba la arena fresca. La soltó a pesar de que no quería, y
pasearon tranquilos por la playa.
—¿No echarás de menos todo esto cuando vayas a
Yale? —preguntó Logan.
Amber asintió.
—Por supuesto que sí. Voy a echar de menos el
clima, la playa, a mi familia…, pero he trabajado muy duro para poder ir allí. En
realidad, estoy muy nerviosa, pero no es que no vaya a volver. Espero que,
cuando termine la universidad, pueda encontrar un trabajo aquí y así estar
cerca de mi familia y de mis amigos. ¿Y qué hay de ti?
—No me veo yendo a ninguna parte en un futuro muy
próximo. A ver, hay unas prácticas en la Costa Este, pero no creo que vaya a
conseguirla. Llegué tarde a la solicitud.
Amber le pasó la mano por el brazo.
—Eso no lo sabes. Sé positivo.
Logan se rio.
—Siempre estás feliz, excepto cuando te preparabas
para la prueba de acceso. Todos nos mantuvimos alejados durante ese momento. No
queríamos quedar atrapados entre los estudios y tu furia.
Amber jadeó y le dio una palmada en el brazo,
ambos riéndose.
—Supongo que durante toda mi vida solo me centré
en entrar en Yale.
Logan la miró mientras caminaban.
—¿Y ahora?
Amber sacudió la cabeza y se encogió de hombros.
—No lo sé. Supongo que sobrevivir a Yale será mi
próxima aventura.
Logan se detuvo y señaló un punto con la mano.
—Arriba, sobre estas rocas, está nuestra próxima
parada.
Amber escaló la pared de roca y saltó a un pequeño
nicho de la playa, apartado del resto del mundo. A su alrededor había altos
acantilados y, gracias a la pared de roca, permanecían ocultos de la vista de
cualquiera.
—¿Cómo encontraste este lugar?
Logan dejó la manta.
—Lo encontré en el instituto, cuando solía salir a
pasear. Durante la marea alta casi todo permanece bajo el agua.
Amber se sentó en el extremo de la manta, con los
pies metidos en la arena.
—Es perfecto.
Logan no pudo evitar pensar lo mismo, pero en vez
de mirar la playa, sus ojos se fijaban en Amber. Se sentó a su lado y se llevó
las rodillas al pecho, con los pies en la arena. Se sentaron relajados,
tranquilos, mirando el agua y viendo cómo las olas se deslizaban por la orilla.
Amber, de forma juguetona, le arrojó arena con los pies, y él se la devolvió. Comenzaron
a coquetear, arrojándose arena el uno al otro. Amber se rio fuerte mientras
agarraba un puñado y se lanzaba sobre él para lanzársela.
Logan la agarró de la mano y comenzaron a luchar,
rodando en la manta hasta que él quedó encima de ella, con sus ojos fijos en
los suyos. Su mano se aflojó y ella se lo quedó mirando, mientras él no dejaba
de mirarla a ella. La pasión entre ellos fue casi instantánea, y ninguno de los
dos pudo contenerse. Logan se inclinó y presionó su boca contra la de ella,
probando la dulzura de sus labios. Ella levantó las manos y le pasó los dedos
por el pelo, acercándolo.
Inclinó la cabeza hacia un lado y le pasó la lengua
sobre los labios, separándolos y sintiendo el frente de sus dientes. Exploró su
boca con la suya, con sus cuerpos presionados con fuerza el uno contra el otro.
Ella separó las piernas y las levantó, envolviéndolas alrededor de su cintura.
Podía sentir su polla cada vez más dura y salvaje dentro de los pantalones y la
presionó contra ella, frotándola suavemente hacia abajo. Ella jadeó, sus bocas
aún cerradas, e inclinó sus caderas hacia arriba.
La pasión que sentían el uno por el otro era cada
vez mayor. A Logan le costaba recuperar el aliento; no quería nada más que
arrancarle el vestido y hacerla suya. Era tan sexi, y su cuerpo se movía como
las olas del océano detrás de él. Era erótico, prohibido, pero no había forma
de que pudiera renunciar a la oportunidad. Era una de las chicas más fascinantes
y hermosas que había visto, y era, sin lugar a duda, con la que quería pasar la
noche en la playa.
El calor atravesó el cuerpo de Logan, haciendo que
cada parte de él palpitara por la anticipación. Sin embargo, al tocar la suave
piel de Amber y sentir el calor que emanaba de su cuerpo, se dio cuenta de
algo; el motivo de la cena, se suponía que era para disculparse por lo de la
otra noche. Por lo visto, no era necesaria ninguna disculpa.
Logan se inclinó hacia atrás lo suficiente como para
poder mirarla a la cara, mientras le apartaba un mechón de pelo que se le había
quedado pegada en la mejilla. La miró durante varios segundos, intentando leer
la pasión de su cara.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? Quiero
decir, sé que es repentino y que somos básicamente familia. Solo que no...
Amber le puso los dedos en los labios y lo hizo
callar.
—Estoy segura. He querido hacer esto desde hace
mucho tiempo. Lo que dijiste la otra noche fue algo con lo que siempre había
soñado que escucharía oírte decir. Y esto... Esto es perfecto.
Logan sonrió y se inclinó, besando suavemente sus
labios.
—Bien, porque me siento exactamente igual.
El rostro de Amber se ensombreció de repente, y
Logan la miró preocupado.
—¿Qué pasa?
Amber respiró hondo.
—Es mi primera vez.
La besó de forma suave y se inclinó hacia abajo,
susurrándole al oído.
—Está bien. Exploraremos esto juntos. Iré muy
despacio.
Amber levantó la cabeza y besó los labios de Logan, tirando de él hacia abajo. Logan no recordaba un momento en el que hubiera tenido que controlarse más de lo que lo estaba haciendo en ese momento, pero sentir las sensuales curvas de Amber debajo de él era perfecto, y no iba a estropearlo por nada del mundo.
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