PÁGINAS

jueves, 7 de abril de 2016

FRAGMENTO: La boda

LA BODA de JULIE GARWOOD

Os traigo un fragmento de una de mis novelas favoritas. He elegido una parte especialmente simpática donde queda reflejada la forma de ser de los personajes y la situación en la que se encuentran. Es un fragmento gracioso que espero que os traiga recuerdos o os impulse a leer esta novela.

FRAGMENTO:
Él no la corrigió. Tampoco le dio la cinta azul que había perdido cerca del arroyo horas antes. Decidió conservarla durante un tiempo, como recordatorio de que ahora tenía una esposa. Era proclive a olvidar un detalle tan insignificante.
—Lávate la cara, Brenna. Tienes la boca llena de pintura.
Ella se enderezó tan bruscamente que estuvo a punto de caer sentada. 
—¡Yo no me pinto la cara! —Se sentía horrorizada sólo de pensarlo. Únicamente las mujeres condenadas al infierno hacían algo tan pagano.
—Se trata de mi pintura...
—¿Cómo hice para mancharme...? Ah, ya recuerdo. Justo después de tenderme la trampa para que volviera a pedirle que se casara conmigo, aceptó y luego me besó sin mi consentimiento.
—Sí —asintió él, sólo para conseguir que Brenna se pusiera en movimiento.
En su opinión, el fugaz roce de su boca con la de ella no podía calificarse de beso, había sido un gesto simbólico y nada más.
—El sacerdote nos está esperando. Date prisa, y termina lo que estás haciendo.
Brenna no pudo dar crédito a sus oídos. Dio un respingo.
—¿Ahora? ¿El sacerdote nos está esperando ahora? ¿Para qué?
Connor quedó completamente confundido por su conducta.  Parecía que a ella le faltaba el aliento.
—Está aquí para realizar la ceremonia.
—¿Qué ceremonia? —inquirió ella.
—No puedes haberlo olvidado tan rápido —replicó él, exasperado—. La boda.
—¿Ahora? —gritó ella—. ¿Quiere casarse conmigo ahora?
Brenna se pasó las manos por el cabello, luego comenzó a retorcerse las manos y, bendito sea Dios, sabía que le estaba gritando con toda su alma a Connor, pero no conseguía detenerse. ¡Connor mostraba una calma tan escalofriante! Debía de estar fuera de sus cabales si creía que se iba a casar con él en ese momento.
—¿Qué esperabas? —preguntó él.
Brenna estaba demasiado azorada para dar una respuesta brillante.
—¿Qué qué esperaba? Esperaba tiempo.
—¿Tiempo para qué?
Tiempo para pensar en la forma de salir de esta pesadilla, deseó gritarle.
—Tiempo para que… me llevara a su casa. Sí, eso es lo que esperaba. Necesito tiempo para preparar una boda decente.
—Entonces, te he ahorrado el problema. Ya podrás darme las gracias más tarde.
—Y tiempo para que usted pueda recuperar la razón —balbuceó.
—Sé lo que estoy haciendo.

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