Dile adiós al pasado, y resucita
a una vida nueva…
Vivir en el pasado remembrando lo
que pudo haber sido y no fue, es una práctica que solemos hacer y que por
cierto no nos aporta ningún resultado positivo.
Quejas, lamentos y un profundo
sentimiento de víctima es lo que
usualmente logramos cuando vivimos ancladas en el pasado reviviendo una y otra
vez las situaciones o eventos que nos desagradaron o que simplemente no
resultaron como esperábamos.
El pasado es nuestro banco de
referencia, allí están registradas todas nuestras experiencias y es maravilloso
cuando lo utilizamos para evocar los buenos momentos, nuestros logros y
satisfacciones alcanzadas ya que nos ubica en emociones positivas que nos
permiten atraer más bienestar a nuestra vida, lo contrario no sirve para nada.
En lo personal considero que todo
tiene un propósito en nuestra vida, aún cuando haya cosas que no siempre
podamos comprender. Esta creencia me ha permitido hacer las paces con mi pasado
y fluir más fácilmente. Entender que todo cuanto ha ocurrido ha sido perfecto
nos da la oportunidad de darle un matiz diferente a la experiencia;
evolucionar, crecer y cambiar, además nuestro recorrido es lo que nos ha
ubicado en el punto exacto donde nos encontramos hoy y eso es maravilloso.
Hay una frase que aprendí de mi gran maestro
Wayne Dyer y es que cuando enfrento una situación desagradable que no quiero en
mi vida, me repito “esto es una bendición
aunque no lo parezca”, me ha pasado muchas veces que luego aquella
situación difícil abrió la posibilidad para otras cosas positivas y entonces
comprendí a lo que se refería el maestro. También puede pasar que tal vez nunca
consigas la respuesta, no obstante, esa actitud te desconectará del malestar y
ya eso es un beneficio.
Hace un tiempo leí algo interesante sobre un
arte japonés llamado Kintsugi, el
cual consistía en reparar fracturas de objetos de cerámica que con el tiempo o
por accidente habían sufrido algún desperfecto o estaban agrietados. La
reparación se hacía con un barniz de resina fuerte que luego era bañado con
polvo de oro con el objeto de embellecer
o resaltar las fisuras que anteriormente afeaban la pieza. Lo interesante del Kintsugi, es el valor que se le daba a
las zonas dañadas rellenando las grietas con oro.
Quienes
practicaban este arte partían de la premisa que cuando algo ha sufrido algún
daño y tiene una historia, puede
volverse más hermoso. El resultado es que la cerámica no sólo quedaba reparada,
sino que era aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los
defectos y grietas, estos se celebraban y se mostraban luego de una nueva
manera porque constituían la parte más
fuerte de la pieza.
De igual
manera, es posible que nuestra historia esté llena de grietas muy profundas y
heridas del pasado. Te invito a que lo dejes atrás y mires tu pasado con amor y
en sintonía con la época que vivimos te des la oportunidad de resucitar a una
nueva vida, donde sea la escritora y protagonista de tu nueva historia, esa que
sí deseas.
Siempre
estamos a sólo un pensamiento de sentirnos mejor, pero tenemos que decidirlo,
es una tarea que nadie puede hacer por nosotras.
Sólo
decídete y hazlo.
Con todo
mi amor,
Ana María Valera
Twitter: @anavalerafeliz
Instagram: @anavalera.feliz
Facebook: AnavaleraFeliz
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