AMARTE ES MI DESTINO de Harry Braxton
−¿Cómo puede un mero mortal tener ni una sola posibilidad si hasta los dioses están tan enamorados? −murmuró−. ¿Y cómo puede una única imagen describirte? Eres un país, un país de sensaciones y caprichos inexplorados, velado por la aurora, brillante, derramando luz. ¿Ves cómo la larga y flexible línea de tu cuello se prolonga hasta tus pechos? −Si la oyó cómo tomaba aire, no dio muestras de ello−. ¿O cómo las curvas de tus senos, sombreadas de azul, maduran por encima de la lisa llanura de tu vientre? […]−Tu boca. −Se detuvo y ella notó que sus labios se volvían sensibles. Un cosquilleo los recorrió cuando su mirada se posó en ellos−. Tu boca es un pozo de agua dulce, sellado para mí, que me mantiene sediento de la claridad de tus besos. Tu carne es como la arena del desierto, calidez y fuerza cambiantes, bajo su color dorado. Tus palmas abiertas, los dedos doblados, son minaretes, delicados y elegantes. Y tu cuerpo… es el propio Nilo, la curva de tu espalda se desliza, con tanta facilidad, por el estrecho paso de tu cintura y el espigón de tus caderas hasta el opulento valle que hay más abajo.
Se detuvo. Ella oyó su respiración.
−Eres mi país, Desdémona −dijo, anhelante, ronco e intenso, y ella sintió que se inclinaba hacia él−. Mi Egipto. Mi ardiente, inquietante desierto y mi fresco verde Nilo, infinitamente adorable e insondable y nutricio.
[…]−Recuerda mis palabras la próxima vez que él te diga que eres una condenada rosa inglesa.
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