PÁGINAS

viernes, 8 de enero de 2016

RELATO: LA conferencia de Sonia López Souto

LA CONFERENCIA
 de Sonia López Souto


Me senté en la única silla libre del enorme salón de actos. ¿Tanta gente estaba interesada en las novedosas técnicas de excavación del doctor O'Sullivan? Al parecer sí.
-Llegas justo a tiempo - me susurró el chico que estaba a mi lado.
Me giré hacia él y fruncí el ceño. ¿Acaso nos conocíamos? Si era así, sería de lo más incómodo porque yo no me acordaba de él.
Lo observé con atención. Su cabello rubio estaba perfectamente cortado y peinado. Tenía un cuerpo impresionante, musculado en la justa medida. Vestía completamente de negro, lo que hacía resaltar sus ojos. Unos increíbles ojos azules que me miraban con reconocimiento y me estaban poniendo nerviosa.
Aparté la mirada y la posé en su boca. Un gran error porque aquellos labios tan gruesos invitaban a besarlos. Me ruboricé.
-¿Nos conocemos? - logré preguntarle.
-Clase de Paleontología aplicada - sonrió y yo me derretí por dentro.
¿Por qué no podía acordarme de él? Jamás olvidaría a un hombre tan apuesto. Y aquella profunda y sensual voz, con aquel acento tan peculiar. Imposible que hubiese pasado desapercibido pero no recordaba a ningún inglés que estudiase conmigo.
-Me siento detrás de ti - continuó.
-Lo siento - me ruboricé de nuevo.
-No importa - sonrió de nuevo - Me llamo Jack.
-Silvia - lo imité. Tenía una bonita sonrisa.
La conferencia empezó y tuvimos que guardar silencio. Intenté prestar atención al doctor O'Sullivan. Juro que lo intenté pero mi mirada se desviaba una y otra vez hacia Jack. Disimuladamente, por supuesto, pero no podía dejar de observarlo.
Él miraba al frente, atento a cada palabra del conferenciante. Parecía concentrado. Mordí el labio y dejé de mirarlo. Al parecer el doctor había dicho algo gracioso porque todos rieron. Yo me limité a sonreír mientras me reprendía por estar tan dispersa. Llevaba semanas esperando aquella charla y no debería desperdiciarla. Por más guapo que fuese el chico a mi lado.
Durante las siguientes dos horas intenté obviar la cercanía de Jack y me concentré en O'Sullivan y sus técnicas de excavación. Aún así no pude evitar mirar disimuladamente varias veces hacia el inglés.
Llegó el momento de las preguntas y me sentí orgullosa de mí misma cuando logré formular una perfecta observación sobre una de las técnicas. Había creído encontrar un pequeño fallo en ella y el doctor me felicitó por ello alegando que lo había explicado erróneamente para ver cuán atentos estábamos, lo que provocó la risa de muchos. Si él supiese lo atenta que había estado yo.
-Muy buena observación - me dijo Jack cuando terminó la conferencia.
-Gracias.
-Sobre todo porque parecía que no podías dejar de mirarme - me guiñó un ojo y yo me sonrojé. No había sido tan discreta como creía - ¿Crees que podría invitarte a tomar algo en la cafetería?
-¿No temes que sea una acosadora? - me permití bromear.
-Hace tiempo que quería hablarte - negó con la cabeza - pero no sabía cómo llamar tu atención. Tal vez el acosador sea yo.
Sentía mi cara arder. ¿Por qué me afectaban tanto sus palabras? Porque era tan guapo que quitaba el aliento y parecía estar intentando coquetear conmigo.
-Podemos acosarnos mutuamente - ambos reímos al darnos cuenta de lo ridículo que había sonado aquello - Mejor invítame a ese trago antes de que diga más tonterías.
Su risa se apagó pero conservó la sonrisa en sus labios. Sus tentadores labios. Aparté la mirada de ellos.
Caminamos el uno al lado del otro hasta que alguien golpeó a Jack en su ansia por salir de la universidad. Lo empujó contra mí, provocando que nuestros brazos se rozasen. Sentí una descarga eléctrica en cuanto nos tocamos. Lo miré y supe que él también la había sentido.
Sin dejar mis ojos ni un momento, enredó su mano con la mía y sonrió. Mi corazón empezó a bombear frenético. Le sonreí y Jack se acercó más. Hasta que nuestros labios estaban a escasos centímetros.
-¿Lo sientes? - me preguntó apoyando mi mano en su pecho - Mi corazón late loco por ti.
Asentí, incapaz de decir nada. Mis ojos no podían dejar de mirar los suyos, tan oscurecidos ahora por el deseo. Ni siquiera era consciente de lo que nos rodeaba. Nada importaba salvo nosotros dos.
En un acto de valor, coloqué su mano en mi pecho y supe que había notado el latir de mi corazón porque sus pupilas se dilataron.
Fue entonces cuando me besó. Y en ese momento, hasta el suelo dejó de existir. Nunca antes me había sentido igual.
-Me has enamorado - le oí susurrar cuando rompimos el contacto de nuestros labios.
-Y tú a mí.

¿Amor a primera vista? Amor tras el primer beso, diría yo.

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