PÁGINAS

viernes, 26 de febrero de 2016

RELATO: El Compromiso de Sonia López Souto

 El Compromiso
de Sonia López Souto

En un mundo gobernado por los hombres, las mujeres no tienen ni voz ni voto. Son meros instrumentos en sus manos y nada pueden hacer para cambiarlo, salvo tratar de conservar en la medida de lo posible, su orgullo y su dignidad. Y eso es lo que yo estoy intentando hacer en este momento, mientras mi padre, el gran duque de Kent, cuadra sus hombros ante una multitud, nuestros invitados en nuestra mansión de Mayfair, dispuesto a anunciar mi compromiso con un hombre del que sólo conozco el título.
No escucho sus palabras, no puedo dejar de pensar en el incierto futuro que me espera. Mi corazón está agonizante y la sangre rehúye mis mejillas así que parezco todavía más pálida de lo que soy en circunstancias normales. Miro al frente con una sonrisa en los labios pero me siento tan artificial que ya no me molesta que mi padre me intente mostrar como si de un trofeo se tratase. Un objeto con el que obtener un buen trato con el conde de Norfolk.
Llevo puesto un vestido dorado y blanco, demasiado recargado para mi gusto, que pesa casi tanto como la opresión que siento en mi pecho. Apenas puedo moverme con él pero mi madre insiste en que he de llamar la atención hacia mi atuendo, puesto que no soy hermosa. Al parecer, el rojo de mi cabello y las pecas que salpican mi blanca piel no son buenas cualidades para considerar bella a una mujer. Ni siquiera el intenso verde de mis grandes ojos, logra eclipsar mis otros rasgos, no tan agradables. O al menos eso es lo que mi madre me repite hasta la saciedad.
Supongo que los hombres prefieren una belleza más sofisticada, una dama tan rubia y de unos ojos tan azules como los de mi prima. Ella ha tenido tantos pretendientes, que su padre la mira con orgullo. El mío, en cambio, está deseando deshacerse de mí. Por suerte, como no se cansa de recordarme, el conde ha aceptado desposar a una mujer tan falta de atractivo como yo.
Cuando noto que mi padre me tiende la mano, deposito con rapidez la mía sobre ella. Sé lo que va a suceder ahora y no estoy preparada para ello, aunque me haya estado convenciendo a mí misma de que podía hacerlo.
Mi cuerpo tiembla de forma incontrolada y las piernas amenazan con no sostenerme por más tiempo. Me falta la respiración y la vista se me nubla. Me siento desfallecer cuando mi padre entrega mi mano al que será mi prometido. No me atrevo a mirarlo.
Cuando creo que me desmayaré, noto una cálida y firme mano sosteniendo la mía. Y me siento reconfortada al momento. Mi respiración se serena y mi corazón comienza a bombear sangre hacia mis extremidades de nuevo. Sigo la línea que su brazo traza hasta el dueño de la mano y me encuentro con unos intensos y oscuros ojos que me miran con preocupación.
-¿Mejor? - pregunta.
Entonces lo veo y tiene el rostro más hermoso que he visto en mi vida. Sé que no es correcto utilizar esa palabra para describir a un hombre, pero es la primera que se me viene a la mente.
Lo observo detenidamente, sus ojos negros enmarcados por abundantes pestañas, su nariz recta, sus labios curvados en una sincera sonrisa, su fuerte mandíbula. Todo encaja perfectamente en él. Mi vista regresa a sus labios y se queda fija en ellos hasta que su sonrisa se amplía. Siento arder mis mejillas en cuanto comprendo que lo he estado mirando de una forma demasiado descarada y agacho la cabeza.
-Parece que sí - lo oigo murmurar.
Me acompaña hasta la mesa principal, sujetando todavía mi mano. Por el camino somos interrumpidos con un sinfín de felicitaciones y mis nervios vuelven a apoderarse de mí.
Me siento abrumada y comienzo a temblar otra vez. Mi prometido debe haberlo notado porque aprieta mi mano y me sonríe cuando nuestras miradas se encuentran. Me tranquilizo al momento. ¿Por qué tiene ese efecto en mí? Realmente no me importa, prefiero disfrutar de ello.
Durante la cena, consigo mantener con él una conversación lo suficientemente educada. No doy mi opinión en temas que, según mi padre no han de incumbir a una mujer, ni hablo sin que se me pregunte, como me exige mi madre que haga. Soy tan discreta y correcta como esperan que sea, pero veo fruncir el ceño al conde en varias ocasiones. ¿Qué habré hecho para disgustarlo?
-¿Por qué os contenéis? - me pregunta durante el baile inaugural.
-No os comprendo, milord.
-Roger - me sonríe - Llamadme Roger, Jocelyn.
-En ese caso, llamadme vos Jo. Lo prefiero.
-Jo - mi nombre suena bien en sus labios - ¿Por qué os contenéis?
-No sé a qué os referís, Roger.
-Sé que os habéis estado guardando vuestras opiniones en nuestras conversaciones. Y yo no quiero una esposa florero.
-¿Una esposa florero?
-Una mujer bella que el esposo luce ante todos pero que es incapaz de ofrecer una interesante conversación.
Un intenso rubor, ya he perdido la cuenta de cuantos van, cubre de nuevo mis mejillas. ¿Acaso me considera bella? Eso me parece deducir de sus palabras. Y como si me hubiese leído el pensamiento, se aproxima a mí para susurrarme al oído.
-Jo, eres la mujer más hermosa que he visto nunca. Pero quiero saber qué piensas realmente y cuáles son tus inquietudes y tus ilusiones. Tus esperanzas. Tus deseos. Quiero saberlo todo de ti.
-Yo también quiero saberlo todo de ti, Roger - consigo decir.
Mi respiración está agitada por su cercanía y mi piel sensible al sentir su aliento sobre ella.
Mis ojos se encuentran con los suyos y su boca se posa en la mía. Es un roce tan efímero que apenas lo noto pero logra acelerar los latidos de mi corazón. Sé que debería haberme ofendido pero sólo consigo esgrimir una tímida sonrisa. Él se lleva mi mano a los labios antes de hablar de nuevo.
-Admito que tenía mis reservas al aceptar este compromiso pero ahora sólo lamento haber acordado esperar un año para celebrar la boda. Estoy deseando hacerte mi esposa, Jo.
Mi sonrisa se amplía y él vuelve a besar mi mano con auténtica adoración. Y a pesar de todo, yo siento el cosquilleo en los labios como si fuese en ellos donde depositó ese beso.
Cuando bailamos de nuevo, la sonrisa todavía no ha desaparecido de mi cara. Ahora comprendo que, contra todo pronóstico, he encontrado el amor.


11 comentarios:

  1. Ayyy, una pena. Debería ser el argumento de una novela, Sra Souto.

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    1. Bueno, no es algo que me haya planteado por el momento, pero no lo olvidaré, por si algún día me animo. :)

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  2. Aww, muy lindo el relato :3 , pero estoy de acuerdo con "Lectora"

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    1. Gracias!! Al final tendré que plantearmelo seriamente. Jeje.

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  3. Que pena yo quiero saber mucho mas, y sería genial si escribieses la novela

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  4. Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios anteriores.

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  5. Que bonitooooooo!!! Me ha encantado!!! Quiero mas!!!

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  6. Deberias terminarlo como libro, nos dejas a todas con ganas de mas, esta precioso

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  7. Interesante, pero ¿sería el comienzo o el final de una historia?

    Me he imaginado la escena, el baile, la presentación, ella odiando a su padre, a su madre, a su prima, a los invitados.
    Me he imaginado a él, esperando a hablar con ella. No tiene dudas (ellos nunca tienen dudas en esta época... jejeje)...
    Y con nada (¿cuántas líneas son realmente?) he sentido ese beso, ese cosquilleo en su estómago, y esa ilusión por lo que va a venir...

    Un placer, como siempre

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  8. Yo tambien me uno a los comentarios anteriores.😊

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