RELATO
Vigilas mis movimientos. Es la tercera vez que
coincidimos en el mismo café. Te has maquillado los labios para mí. Lo sé.
Te echas el pelo hacia atrás para simular que
piensas en algo ridículo que no tengo por qué conocer. Sabes que puedo hacer lo
que me plazca contigo. Lo has leído en mis ojos nuevamente, en la acción breve
del gesto de nuestro primer día y que no sabes cómo interpretar; al pasar delante
de ti, me detuve y dejé que te fijases en el bulto de mi pantalón. Fue
deshonesto, un atrevimiento tan soez como lleno de escarnio, hacia ti.
Pero te gustó y, por eso, regresaste al día
siguiente.
Esperabas que hicieras lo mismo, sin embargo, no,
no lo hice. Al menos, te invité al capuchino y me sonreíste desde la distancia.
Y yo seguí sencillamente leyendo mientras el rubor de tus mejillas te delataba
y ese declive de la inocencia, que no podías reprimir, era tan obsceno como mi
declaración de principios el primer día, cuando experimenté aquella erección.
Saldrás por la puerta antes que yo.
Te seguiré. Subirás a un taxi y yo a otro. Conoces
la habitación de ese motel céntrico; un diván rojo y una lámpara de araña
imitan el decadentismo de una época que fue gloriosa para esta ciudad.
Como ayer y anteayer, jugaremos a lo mismo, si se
puede llamar "jugar" a follar como dos desconocidos. No te diré mi
nombre, ni a qué me dedico para perder el tiempo en una cafetería todas las
mañanas.
Me pedirás que eyacule dentro de ti después de que
te penetre varias veces sobre el escritorio y la luz del atardecer nos tentará
a permanecer despiertos, mientras mi semen se adentrará en ti, caudaloso, como
un meandro de claridad y de conocimiento.
Lectura ofrecida por el propio autor. ULISES NOVO
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