PÁGINAS

viernes, 16 de septiembre de 2016

RELATO AMPLIADO: La boda

Relato AMPLIADO

LA BODA
De
Sonia López Souto







Odio ir en tacones. No sé andar con ellos. Pero mi madre no me habría dejado salir de casa si no me los pongo así que aquí estoy, caminando hacia la iglesia donde mi hermana se va a casar y estoy viendo las amenazantes escaleras que debo bajar para llegar a mi destino. ¿Por qué escaleras? Debe haber alguien ahí arriba que me odia mucho. Casi tanto como odio yo los tacones.
Comienzo a bajar con cuidado cada peldaño. Si llego tarde será sólo culpa de mi madre pero creo que entenderá que es mejor eso que no llegar nunca. Suspiro cuando veo que ya he bajado la mitad de ellas sin ningún percance y continúo concentrada en mi labor.
Entonces escucho la llegada de la limusina, sí menudo coche ha elegido mi hermana para que la lleve, aunque creo que es cosa de su futuro esposo, el millonario. Las hay con suerte. No sólo están locamente enamorados sino que él tiene dinero de sobra para cumplir cada sueño de mi hermana. Siento envidia, pero de la sana. Los adoro a ambos.
Me quedo mirando su salida triunfal del vehículo, ella sí sabe andar en tacones, y sonrío. Se la ve tan emocionada. Entonces llega el desastre para mí. Mi tobillo se tuerce y caigo por las escaleras. Emito un pequeño grito de angustia que dudo que alguien escuche y cierro los ojos esperando el duro golpe contra el suelo. Pero no sucede nada.
Bueno, en realidad sucede algo. Unos brazos fuertes y musculosos me acogen en mi caída hacia el suelo y me aprietan contra un pecho igual de duro. Me siento acalorar y todavía no he abierto los ojos.
-¿Estás bien? - escucho la voz más sensual y masculina que he oído jamás y mi cuerpo se estremece - Ha faltado poco.
Abro los ojos por fin para ver a mi salvador y no puedo reprimir un gemido demasiado gutural. Me he muerto y estoy en el cielo. En los brazos de un hermoso ángel de cabello dorado y ojos azules que me miran con preocupación.
-Estoy bien - contesto después de carraspear - Gracias a ti.
Todavía no me ha soltado y me ruborizo. Esto es nuevo para mí. Soy una persona extrovertida y afable. Nada me altera. Nada, salvo quizá ahora esa mirada azul y esa sonrisa deslumbrante que me dedica mi salvador.
-Soy un poco torpe con los tacones - me disculpo.
Él reacciona por fin, dejándome en el suelo con delicadeza. Siento en mi piel cada palmo de la suya en los lugares exactos donde me toca y la sensación es muy agradable. Electrizante, sí, pero agradable de todas formas. Le sonrío, con mi mano todavía sobre su brazo.
-Puedes sujetarte a mí, si lo deseas.
¿Por qué me parece que me está proponiendo algo indecente? Si lo deseo, dice. Vaya, lo deseo más que nada pero no se lo voy a decir. Ni siquiera sé quién es aunque me siento como si lo conociese de siempre.
-Gracias - le dijo - pero creo que estaré bien mientras no haya más escaleras.
Ríe bajito y yo siento calor en mis mejillas de nuevo. ¿Cómo lo hace? No logro entenderlo. Me muerdo el labio y deja de reír inmediatamente. Su mirada se posa en mi boca y me acaloro todavía más.
-¿Vienes a la boda? - pregunto para disipar la tensión que hay entre nosotros en ese momento.
-Soy amigo del novio desde que éramos pequeños - asiente.
-La novia es mi hermana - le digo yo sin que me pregunte.
-No te pareces mucho a ella.
-Sería una novedad que lo hiciese - me toca reír bajito a mí - Soy adoptada.
-No lo sabía - parece incómodo - Lo siento, no debí...
-Tranquilo - le interrumpo - No es algo que me preocupe. Ni me importa hablar de ello.
Él asiente y se me queda mirando de nuevo. Aguanto todo cuando puedo pero ese hombre me afecta de un modo tan intenso que me estoy volviendo una mojigata. Evito morder de nuevo el labio hablando otra vez.
-Me llamo Isabella.
-Marco. Encantado - me tiende la mano.
Dudo sólo un momento antes de enlazarla con la mía. Aquella sensación electrizante regresa en cuanto nos tocamos pero ninguno se suelta.
-Vamos, Marco - lo llaman entonces, rompiendo la magia - que ya salen.
Ya salen. ¡Ya salen! Me he perdido la boda de mi hermana. Ahora sí muerdo el labio y miro la iglesia preocupada. Deseando que mi madre no se entere de mi pequeño gran desliz.
Marco me sujeta con suavidad pero firme por un brazo y me ayuda a llegar a la puerta de la iglesia. Se lo agradezco con una sonrisa y corro a reunirme con mi madre. Bueno, no corro por miedo a caerme, pero hago lo que puedo.
-Ha sido una ceremonia preciosa - le digo a mi madre.
-¿Dónde estabas? No te he visto.
-Detrás. Cuando llegué ya había empezado y no quise molestar - mentí descaradamente.
Después de la intensa sesión de fotos en la que me encontré con la mirada azul de Marco en más de una ocasión, nos fuimos al restaurante donde se celebraría el banquete nupcial.
Durante toda la comida, noté la mirada de Marco sobre mí pero no me atreví a mirarlo por temor a no poder comer más. ¿Una actitud infantil? Puede, pero tenía hambre. Mucha, así que me dediqué a comer y a hablar con los novios.
En el baile, mi cuñado decidió presentarme a todos sus amigos y no pude evitar sonrojarme cuando fue el turno de Marco. Otra vez y ya van tres. Esto no es para nada normal en mí.
-He tenido el placer de conocerla en la iglesia - le escucho decir.
-Sí - corroboro - Evitó que me diera de bruces contra el suelo.
-Tú y los tacones - ríe mi hermana.
Marco me sorprende pidiéndome un baile y yo sorprendo a mi hermana aceptando. Sabe que odio bailar.
Las horas pasan y pierdo la noción del tiempo hablando y bailando con Marco. Es casi como si no existiese nadie más. De hecho, parece que nos hemos aislado del mundo pero no me importa. Me gusta estar con él y es probable que no lo vuelva a ver así que quiero aprovechar bien su compañía.
-¿Podría pedirte tu número de teléfono? - me pregunta como si me hubiese leído el pensamiento - Me gustaría verte de nuevo.
-Todavía no me voy a ninguna parte - sonrío.
-Pero no quiero olvidarme de pedírtelo - se encoge de  hombros y noto por primera vez que está nervioso. Qué tierno es.
Intercambiamos números y su sonrisa se amplía. Parece aliviado. ¿Porque tiene mi número? No creo. Me muerdo el labio al pensar en ello y Marco me besa. No me lo esperaba.
-Lo siento - se aparta antes de que pueda disfrutar de su contacto - No debí hacerlo.
-Yo no me he quejado - le digo mordiendo de nuevo mi labio.
Y me besa otra vez. En esta ocasión más tiempo y con mayor destreza. Nunca antes me habían besado así y me derrito en sus brazos. Esta boda está resultando de lo más increíble y ya ni me acuerdo de que los tacones me están machacando los pies.
Cuando llega el momento de lanzar el ramo, las mujeres solteras nos ponemos en posición. No es que me vaya a pelear por él pero siempre me ha gustado esta parte de las bodas. Es divertido ver cómo las solteras más desesperadas son capaces de tirarse en plancha para coger ellas el ramo.
En realidad, ni siquiera presto demasiada atención a mi hermana. Mi mirada se desvía continuamente hasta Marco. Me río cuando me indica con la cabeza que mire hacia la novia. Finge ponerse serio pero no le sale muy bien, lo que provoca que yo ría más.
Entonces, algo me golpea en la cara y tiendo mis manos por acto reflejo. Miro hacia ellas y veo el ramo de novia de mi hermana. La miro a ella y está aplaudiendo con su mejor cada de niña traviesa. ¿No lo habrá hecho a propósito? Por su expresión yo diría que sí. Y cuando me indica con la cabeza que mire hacia Marco, sé que lo ha lanzado contra mí para que yo lo tuviese. La fulmino con la mirada antes de volverme hacia Marco.
-¿Has visto? - bromeo - Soy la siguiente en casarme.
-Me parece genial - dice él - Siempre que yo pueda ser el novio.
Por cuarta vez en mi vida mi rostro se cubre de rojo carmesí y no puedo evitar que una tonta sonrisa se instale en mi cara. ¿Lo dirá en serio?
-Jamás bromearía con algo así, Isabella - en ese momento comprendo que he pensado en alto.
-Si decido casarme, te lo haré saber para que podamos coordinar nuestras agendas - me muerdo el labio.
-Eso me encantaría - y me besa.
Desde luego ahí arriba alguien me adora lo suficiente como para haberme hecho caer en los brazos de aquel hermoso ángel. Y doy gracias por ello. No sé a dónde nos llevará esto, pero lo voy a disfrutar al máximo. Tanto o más que el beso que me está dando.
Seguimos bailando hasta que la boda termina y nos unimos a los más jóvenes cuando deciden seguir la fiesta en una discoteca cercana al restaurante. Ninguno de los dos quiere separarse todavía y esa es tan buena excusa como cualquier otra.
-¿Te importa si pasamos antes por mi casa? – le pregunto – Necesito cambiarme los zapatos o no aguantaré mucho tiempo más.
-Sin problema – abre la puerta de su coche para mí.
Una vez llegamos, me acompaña hasta la entrada. Abro la puerta y me giro hacia él. Muerdo mi labio, indecisa y su mirada se posa en mi boca. Un escalofrío recorre mi cuerpo y hablo en un impulso.
-¿Y si nos quedamos aquí?





2



Da un paso hacia mí rodeando mi cintura con su brazo para pegar nuestros cuerpos. Cuando me besa, camino con él hacia el interior de la casa, dando por sentado que eso es un sí. Siento, pues tengo los ojos cerrados, como cierra la puerta detrás de nosotros sin romper el contacto de nuestros labios.
Me apoya contra la pared y continuamos besándonos hasta que el aire comienza a escasear. Entonces, separa nuestras bocas pero no así nuestros cuerpos. Me mira a los ojos y puedo ver el deseo en los suyos. Me sonríe y siento mi mundo tambalearse. Adoro su sonrisa.
-Creo que hemos bebido demasiado – me dice - ¿Me invitarías a un café para rebajar el alcohol en vena?
-Claro – rodea mi mano con la suya y caminamos unidos por ellas hasta la cocina.
Lo observa todo con interés y me alegro de haber limpiado ayer, porque normalmente no tengo tiempo para esas cosas entre semana. Mi trabajo me absorbe la energía y cuando llego a casa lo único que quiero es descansar.
-Tienes una casa muy bonita – me dice mientras preparo el café – Lo que he visto de ella hasta ahora.
-Luego te hago un recorrido si quieres – me sonríe en cuanto lo digo y lo imito – Aunque no hay mucho que ver. Es pequeña.
-Suficiente para ti – concluye.
-Antes tenía una habitación alquilada – le confieso – Mientras estudiaba. En el trabajo a media jornada que tenía no ganaba suficiente para cubrir todos los gastos.
-¿Cómo es que no te quedaste con tus padres hasta terminar los estudios? Si vivís en la misma ciudad, sería lo más lógico. Y económico.
-Adoro a mi familia – sonrío – pero nos llevamos mejor si no nos vemos a diario. En cuanto alcancé la mayoría de edad, me mudé a esta casa. Era de mis abuelos. Se supone que debería ser para mi hermana, pero ella nunca quiso irse de casa de mis padres, así que me la quedé yo.
Nos sentamos en la mesa de la cocina para tomar el café y me mira con tanto interés, que me siento cohibida de repente. Oculto mi sonrojo, a los que parece que tendré que acostumbrarme mientras esté con Marco, bebiendo un sorbo del café. Está tan caliente que me quemo la lengua.
-Cuidado – me dice sonriendo – Quema.
-A buenas horas me lo recuerdas – le sonrío de vuelta.
-Cuéntame más.
-¿Sobre qué?
-Sobre ti.
-¿Qué quieres saber?
-Quiero saberlo todo – me sonríe una vez más.
-Si tú me lo dices todo de ti… - le sugiero.
-Me llamo Marco y vivo a dos calles de aquí. No sé por qué no nos hemos encontrado antes – me guiña un ojo - Soy vicepresidente en la empresa de mi padre, ya ves que gran logro, aunque en mi defensa diré que trabajo duro para demostrar que merezco el puesto. Tengo dinero, un coche impresionante, un apartamento de lujo, pero me falta lo más importante.
-¿Qué es?
-Alguien con quien compartirlo.
-Supongo que en eso estamos igual. Salvo por lo del coche impresionante y el apartamento de lujo – rio – Me gusta mi casita pequeña y sencilla. Y voy andando a todas partes.
-¿En qué trabajas?
-Soy asesora financiera en una empresa que está en expansión en este momento. Trabajo no me falta y pagan muy bien – me encojo de hombros – Aunque es agotador y me deja sin ganas de tener vida social.
-Espero que a partir de ahora puedas al menos quitar un par de minutos al día para aumentar esa vida social – en cuanto lo dice, me sonrojo una vez más.
-Se puede intentar – le sonrío.
Terminamos nuestros cafés conversando animadamente y sorprendidos al descubrir que tenemos muchos gustos en común. Cuanto más nos conocemos, más me gusta. Y creo que es algo recíproco, por cómo me mira.
-¿Quieres ver ahora la casa? – le sugiero en cuanto llevamos las tazas al lavavajillas.
-Claro. Las damas primero – hace una reverencia y yo me rio.
Pasamos por cada una de las habitaciones y vamos comentando sobre ellas. Marco es muy divertido y no dejo de reírme. Sin darme cuenta, dejo la habitación pequeña de última. Cuando la abro, me pongo nerviosa de repente. Allí hay una parte de mi vida que nadie conoce, salvo mi hermana. Ni siquiera mis padres lo saben.
-Prométeme que tu idea de mí no cambiará después de que traspasemos esta puerta – le digo, dando la espalda al cuarto.
-¿Es que tienes un cuarto del placer como ese tal Grey? – bromea.
-No exactamente – muerdo mi labio – pero tal vez pienses de mí algo que no es en cuanto lo veas.
-¿No te dedicarás a disecar a tus ex novios? – alza una ceja y la tensión que he ido acumulando se escapa con mi risa.
-Colecciono otra cosa – abro la puerta y le dejo pasar en primer lugar – Es un hobby que tengo desde hace unos años.
-Esto es… - creo que lo he dejado sin palabras.



 CONTINUARÁ..

7 comentarios: