PÁGINAS

viernes, 6 de mayo de 2016

RELATO AMPLIADO: 2º Parte (El Ascensor)

Relato Ampliado




El Ascensor 
de Sonia López Souto



1   

El ascensor está abarrotado pero aquella mujer se empeña en entrar en él, empujando al resto de nosotros. El chico que se había posicionado delante de mí minutos antes, se aprieta ahora contra mí sin poder evitarlo.
-Lo siento -murmura sin mirarme en ningún momento.
Me remuevo un poco pero eso sólo empeora las cosas. Ahora lo tengo de frente, mi pecho contra el suyo.
-Perdón -murmuro entonces yo.
Él me mira y ambos sonreímos. Y por más extraño que parezca, en cuanto mis ojos se posan en los suyos, tan verdes, no me siento para nada incómoda con su cercanía.
-¿Es siempre así? -me pregunta.
-¿Eres nuevo aquí?
-Este es mi primer día -asiente.
-Una recomendación -bajo el volumen de mi voz por lo que tiene que acercarse más a mí- Entra al menos quince minutos antes y no tendrás problemas.
-¿Tú no sigues tus consejos? -alza una ceja divertido.
-Hoy me retrasé un poco -me encojo de hombros.
Las puertas del ascensor se abren y la carga se aligera un poco. Podemos poner algo de distancia entre nosotros y me sorprendo a mí misma pensando en que hubiese preferido continuar cerca de él.
-Me llamo Rodrigo -me ofrece su mano.
-Helena -la enredo con la mía y vuelve la sensación de que ese contacto es lo que quiero.
Por un momento, ninguno de los dos libera su mano. Oímos cómo la puerta del ascensor se abre de nuevo y más gente baja. Pero ninguno se mueve, nuestras miradas enfrentadas y las manos todavía enlazadas.
Finalmente rompemos el contacto visual y mi mano se desliza de la suya. Siento el vacío que su ausencia provoca en mi piel y aprieto el puño mientras mis dientes atacan mi labio inferior.
Noto sus ojos fijos en mi boca y lo miro. Sus pupilas están dilatadas y casi puedo imaginar que las mías se encuentran en el mismo estado aunque no pueda verlas. Ni siquiera recuerdo que estamos en un ascensor y que hay gente a nuestro alrededor. Yo sólo lo veo a él.
-¿Te gustaría tomar algo conmigo después del trabajo? -me dice- ¿O estoy siendo demasiado atrevido para ti?
-Me encantaría -respondo sin pensarlo.
Una sonrisa ilumina su rostro y creo que podría morirme en ese momento. Moriría feliz, desde luego.
-Esta es mi planta -me apresuro a salir. Las puertas ya se cierran.
-En la entrada -alcanzo a oír antes de que terminen de cerrarse.
Y me paso toda la mañana pensando en lo increíble que será reencontrarme con Rodrigo a la salida. Este podría ser el inicio de algo importante. Al menos esa es la sensación que he tenido y quiero saber a dónde me llevará.
Hace años que no me intereso por un chico después del desastre de mi última relación. Rodrigo es el primero que consigue que me ilusione por tener una cita con alguien en todo ese tiempo. Y aunque debería sentirme preocupada por si algo no sale bien, estoy un poco desentrenada, estoy ilusionada porque la mañana termine rápido para reencontrarme con él.
Ni siquiera el estúpido de mi jefe logra amargarme hoy. Por más que se comporte como un miserable conmigo, como cada día, la sonrisa no desaparece de mi rostro en ningún momento. Hoy soy feliz y lo demás no me importa.
Durante el descanso siento la tentación de buscarlo pero no sé en qué departamento trabaja así que me trago las ganas de verlo junto con el café y la magdalena. Me conformo con saber que me estará esperando a la salida. Ya falta menos.
-No olvides terminar la presentación para mañana, Helena –me dice mi jefe una hora antes de nuestro horario de salida– Yo me voy ya. La quiero en mi mesa a primera hora de la mañana.
-Ahí la tendrás –le respondo conteniendo la rabia. Siempre se marcha antes dejándome con todo el trabajo y por supuesto, siempre se lleva la gloria después.
Cuando llego a la calle, voy con retraso. La esperanza de que Rodrigo me haya esperado se ha ido media hora después de que la hora de salida haya pasado. Seguramente ha creído que le he dado plantón y eso me hace odiar todavía más a mi jefe. Estúpido.
Salgo echa una furia y ni siquiera miro por donde ando. Necesito irme a casa y darme un buen baño de espuma para relajarme. La tensión puede conmigo en estos momentos.
-Helena –me llaman.
Me giro hacia el lugar de donde proviene la voz y siento que mi día acaba de cambiar de nuevo en cuanto descubro que es Rodrigo. Me ha esperado toda una hora. Y no parece para nada enfadado, porque me está regalando una increíble y perfecta sonrisa.
-Creí que ya no estarías aquí –me disculpo en cuanto llega junto a mí.
-No te vi salir, así que supuse que te habías retrasado con algo –me mira intensamente y me derrito por dentro– Tenía muchas ganas de verte de nuevo.
No sé qué decirle, pero parece que no necesita que lo haga porque me toma de la mano y comenzamos a caminar juntos. No sé a dónde me lleva, pero no me importa. Quiero disfrutar de lo que el contacto de su mano enlazada con la mía me está provocando. Si para ello debemos caminar por horas, no diré nada. Simplemente sentiré.
Ninguno de los dos dice nada mientras seguimos andando. Lo he pillado mirándome varias veces ya y siempre terminamos sonriéndonos como dos tontos. Aún así, el silencio continúa presente. Ninguno de los dos se decide a romperlo.
-Es aquí – me dice finalmente cuando llegamos a una pequeña cafetería de la que no tenía constancia hasta ahora.
Entramos y me quedo impresionada de lo bonita y acogedora que se ve. Siento la mano de Rodrigo presionando mi espalda para que avance hacia una de las mesas y se lo agradezco mentalmente. No habría podido dar un paso más, embobada como estoy con la decoración del lugar.
-¿Te gusta? –su pregunta me hace reaccionar.
-Es precisa –le sonrío.
-Es de mi hermana –me devuelve la sonrisa– Hace un par de meses que la abrió.
-Muy bien –bromeo con él– Llevando nuevos clientes al negocio familiar.
Me pone un poco nerviosa pensar que pueda conocer a su hermana también, pero la sonrisa que me dirige mientras se sienta frente a mí después de ayudarme con la silla, me tranquiliza. Siento que con él todo irá bien.
-Rodri. ¡Qué alegría se llevará tu hermana cuando sepa que estás aquí! –la camarera le sonríe y me da la espalda mientras habla– Hacía ya varios días que no te dignabas a visitarnos. Te echábamos de menos.
Puedo imaginarme cómo hace un mohín después de esa frase. Elevo mis ojos al cielo y cuando mi vista regresa a Rodrigo, lo veo sonreír. Creo que me ha visto hacer el gesto y le resulta divertido. Mientras la muchacha continúa hablando, nuestras miradas siguen conectadas. Ni siquiera sé si la está escuchando. Yo no, desde luego.
-¿Rodri? –la insistente voz de la chica rompe nuestro contacto visual.
-¿Qué?
-Te preguntaba si te pongo lo de siempre –parece molesta ahora.
-Sí –Rodrigo me mira antes de hablar- ¿Tú qué quieres?
-Un café con leche, con extra de leche, por favor.
-Eso es todo, Clara. Gracias.
-Creo que le gustas –le digo en cuanto se marcha.
-A mí me gustas tú.



2

Su sinceridad me provoca un sonrojo intenso. El encuentro en el ascensor me dejó con ganas de saber más de él y de profundizar en los sentimientos que despertó en mí, pero él ha sido más directo. Supongo que no debería extrañarme. En el fondo, sé que a mí también me gusta.
-Eso ha sido…
-No voy a negarlo –me interrumpe– Me has dejado impresionado. No he podido parar de pensar en ti en toda la mañana. Ni siquiera me importó esperar por ti una hora. Habría esperado mucho más si…
La llegada de una nueva camarera, o eso creo yo, con nuestros cafés interrumpe lo que quiera que estuviese a punto de decirme. Aunque puedo hacerme una idea. Una idea que creo compartir. Rodrigo se levantar para besarla en ambas mejillas y supongo que es su hermana, aunque no he podido verle la cara todavía porque él la tapa.
-Rebeca –Rodrigo lleva una mano hacia mí para ayudarme a levantarme– quiero presentarte a Helena. Nos conocimos hoy en el trabajo.
-Encantada.
En cuanto nuestras miradas se cruzan, mis ojos se abren tanto que creo que se me saldrán de las órbitas. Tengo delante de mí a una versión en femenino de Rodrigo. Escucho sus risas mucho antes de oír hablar Rebeca.
-Somos mellizos, si te lo estás preguntando –me dice con una sonrisa idéntica a la de su hermano.
Los miro a ambos varias veces y si hubiesen sido del mismo sexo estaría en serios problemas para diferenciarlos. He conocido a otros mellizos y ninguno de ellos se parecían tanto. Cuando por fin reacciono, les sonrío.
-Bueno, sólo hace falta veros un segundo para llegar a esa conclusión –extiendo mi mano hacia Rebeca para saludarla– Mucho gusto.
Ella ignora mi mano y me abraza. Me da dos besos como ha hecho con su hermano y la imito por inercia. Es una muchacha muy abierta y tiene un desparpajo que no te deja indiferente. Con su personalidad está claro que le irá genial en el negocio.
-Es la primera vez que mi hermano me presenta a una chica a la que acaba de conocer –por lo que veo que son igual de directos– Algo me dice que tiene cierto interés oculto en esto. Puedo darte consejos sobre él. Si me pasas tu número…
-Rebeca –se ríe él interrumpiéndola, aunque noto cierto tono rojo en sus mejillas. Muy tenue, eso sí– No la agobies. No vaya a asustarse.
-No pretendía hacerlo –ríe ella– Es buen chico, no le tengas miedo.
-No se lo tenía hasta ahora –los miro a ambos.
-Y no debes tenerlo –Rodrigo me sonríe– Pero yo me refería a mi hermana, no a mí.
-Tampoco le tengo miedo –digo con una sonrisa.
-Debo irme, tengo trabajo –suspira como si estuviese a punto de irse al matadero– Disfrutad del café. Invita la casa.
En cuanto se marcha, nos sentamos de nuevo y tomamos el café en silencio. Puedo notar la mirada de Rodrigo sobre mí, pero no levanto la mía. Sé que está esperando a que lo haga e intento ocultar la sonrisa que amenaza con escapárseme.
-Mi hermana es muy directa –finalmente rompe el silencio.
-Se parece a ti en eso –ahora sí lo miro.
-Se parece a mí en muchas cosas –sonríe, recordándome que son mellizos.
-Cierto –miro a nuestro alrededor antes de hablar de nuevo- ¿Decoró ella la cafetería?
-Entre los dos. Nuestros padres siempre nos han enseñado a perseguir nuestros sueños y éste es el suyo –me explica– Yo le ayudé en lo que pude.
-¿Y cuál es tu sueño?
-En este momento, conocerte mejor se muerde el labio y mi vista se prende en él, incapaz de no hacerlo. Mi corazón se ha acelerado con su gesto.
-¿Y algo más… digo menos…? –río. De repente me he puesto tan nerviosa que no soy capaz de hablar con coherencia- ¿Algún otro sueño que no me implique?
-Ya tengo todo cuanto necesito. Menos a la persona con la que compartirlo.
Mi corazón se ha parado. Tiene que ser eso porque no lo siento. La intensa mirada de Rodrigo me está dejando sin resuello y empiezo a sentir calor en mis mejillas. Siento la tentación de abanicarme con las manos, pero me contengo para no hacer el ridículo frente a él. Sin embargo, no puedo evitar que un pequeño gemido se escape de entre mis labios cuando Rodrigo me sonríe.
-Vamos –se levanta y toma mi mano.
Ni siquiera hemos terminado nuestros cafés, pero parece que le ha entrado la prisa de repente. No voy a protestar, salir fuera me vendrá bien para aliviar el calor que tengo ahora mismo. Deja el dinero en la mesa y salimos fuera sin despedirnos de nadie. Quisiera decirle que es una falta de respeto hacia su hermana, pero una vez fuera me acorrala contra la pared del edificio de al lado y me besa. No me lo esperaba para nada y tardo unos segundos en reaccionar. Al parecer es suficiente para que él se separe y me mire nervioso.
-Tal vez no debería haber…
En esta ocasión soy yo quien lo interrumpe a él, besándolo de nuevo. No voy a dejar que crea que me ha disgustado, porque no es así. Me encanta sentir sus labios contra los míos y no pienso dejar pasar la oportunidad de saborearlos ahora que él ha dado el primer paso. Cuando noto que me devuelve el beso, rodeo su cuello con mis brazos para acercarlo más. No quiero que acabe nunca.
No sé por cuánto tiempo nos besamos, sólo que nos separamos sin aliento y con los labios muy inflamados. La sonrisa tonta baila en ambos y la mía se amplía cuando pasa uno de sus dedos por mi boca.
-Me gustas mucho –me dice– pero no quería besarte delante de mi hermana.
-No tienes que explicarme nada –le digo.
-Claro que sí –acaricia ahora mi mejilla– Llevo años sin interesarme en ninguna mujer. Me vuelve loco con eso a todas horas. Me busca citas que no quiero, me hace encerronas con sus amigas, hasta lo intentó con Clara. No sabe dónde está el límite. Si supiese que me gustas, no te dejaría en paz. Acabaría espantándote.
-No soy tan fácil de asustar –le sonrío. Ahora me cae peor Clara, aunque ya no era de mi agrado después de cómo me ignoró cuando llegamos a la cafetería.
-Eso espero –me rodea con sus brazos y se me olvida todo lo demás– porque te aseguro que te acosará en cuanto descubra esto.
-¿Y esto es? –pregunto divertida, aunque en realidad tengo ganas de saber qué opina él de lo que nos está pasando. Sé que le gusto mucho, pero no hasta que punto.
-Esto es… -parece pensárselo antes de continuar- ¿el inicio de algo importante?
Me quedo anonadada al escucharlo decir eso porque es lo mismo pensé yo cuando nos separamos en el ascensor esta misma mañana. Parece notar mi desconcierto porque frunce el ceño y me mira como si me estuviese estudiando.
-¿He dicho algo malo?
-Para nada –niego en cuanto logro reaccionar. Parece que estoy falta de reflejos desde que lo conozco– Has dicho exactamente lo que yo he pensado esta mañana.
-Bien –sonríe antes de besarme de nuevo.
Esta vez es un beso dulce que pretende seducirme. O al menos yo caigo rendida ante él. Estaría besándolo el resto de mi vida, si pudiese. Sus labios acarician los míos con suavidad en un sensual movimiento que me nubla el sentido. Apenas noto como sus manos recorren mi espalda lentamente hasta posarse en mi trasero de una forma tan natural, que parece que perteneciesen a ese lugar. Sí lo hago cuando lo aprieta y no puedo evitar reírme.
-No te cortes –le digo– Sólo estamos en plena calle, donde todos pueden vernos.
-Eso tiene fácil solución –sonríe, toma mi mano y comienza a caminar.
-¿A dónde vamos?
-Es una sorpresa.
No me dice nada más y me dejo llevar por él. En cualquier otro momento, con cualquier otra persona, habría desconfiado. Pero no con Rodrigo. Por más extraño que resulte, iría con él al fin del mundo.


Continuará

10 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, esperando la continuación, gracias

    ResponderEliminar
  2. Uff ese 1 beso ... Me esta gustando mucho
    Gracias! :D :3

    ResponderEliminar
  3. De nada :) Me alegro de que te guste

    ResponderEliminar
  4. Otra hitoria tuya con la que he quedado prendada ...

    ResponderEliminar
  5. Qué bonita historia, ya me tienes enganchada, como siempre!

    ResponderEliminar
  6. Jajaja, esto promete, vaya par de dos, menuda iniciativa 😉😉

    ResponderEliminar
  7. Sonia,siempre me dejas con ganas de leer más!!!

    ResponderEliminar
  8. Sonia,siempre me dejas con ganas de leer más!!!

    ResponderEliminar
  9. Empieza bien! jajaja eso ha sido un flechazo a la primera....no pierden el tiempo.... solo deseo que al igual que la pasión y la atracción es rápida no se apague pronto el fuego ni se consuma.... cada cuanto subes más capítulos? pues como con todo lo que escribes... una vez más me enganchas con tu pluma y tus historias. Besos

    ResponderEliminar