PÁGINAS

miércoles, 23 de diciembre de 2015

RELATOS HOT: Fantasía de Lily Tempeltom

              FANTASÍA                            Lily Tempeltom


Estábamos terminando bachiller y cada uno vivía en la casa de sus padres. Pero un día pasó lo que nadie quiere que le suceda: De rodillas, estaba mi novia, disfrazada de colegiala con sus labios succionándome mí preciado tesoro. Así fue cómo nos encontraron sus padres; a los que no conocía hasta ese momento. Allí en mitad de su salón estaban en estado de shock; su padre con ojos desorbitados y su madre con las manos en la boca junto a las maletas de su supuesto viaje de fin de semana.


Todo esto empezó un día que de camino a mi casa, pasé por la tienda de juguetes de mi ciudad y vi en el escaparate un perchero con rebajas de los disfraces de carnaval, siempre había tenido una fantasía, y sin dudarlo me atreví a comprar el disfrazar.
Mi novia estaba con sus días de mujer, no pudimos hacer nada. Pasó el tiempo y el disfraz quedó en el olvido en una silla de mi habitación.
Hasta que una tarde, mi madre enojada y con el disfraz en la mano, el cual encontró en la silla de mi habitación cuando fue a buscar la ropa sucia, quiso que le diera una explicación por aquella prenda imprudente.
Cuando la vi mi cara se tornó roja, y me preguntó “¿para qué quería ese disfraz?”, yo le contesté que se lo había comprado a Martha, mi novia actual. Menos mal que entre mi madre y yo nos comunicamos y pude explicarle todo, no sin vergüenza. Inmediatamente mandé a Martha un mensaje en cuanto lo volví a guardar en mí cuarto. Me contestó que ese fin de semana era el perfecto.
 Por fin llegó, el fin de semana. Los padres de Martha se habían ido de viaje, Martha decidió hacerse cargo de todo: decoró la mesa con velas, bajó la intensidad de la luz del salón. Nada más terminar me dijo que no me moviese que lo recogía todo, que fuera al sofá para tomar el postre. Trajo un pañuelo y me tapó los ojos. Solo la oía por la habitación trasteando, pasó por mi lado otra vez con diligencia riendo, sin poder evitarlo me uní.
—Ya verás cómo te va a gustar lo que he preparado— dijo con voz emocionada.
—Seguro que sí, cielo—le dije totalmente convencido.
De repente, la oí a mi lado con una voz muy sensual y en un tono bajo me dijo al oído que me quitase despacio el pañuelo.
 Automáticamente lo hice, se me secó la garganta por lo que tenía delante de mí. Allí, como una auténtica colegiala manga, estaba ella con dos coletas a los lados, el flequillo suelto, una camisa blanca ajustada con dos rayas azules a los bordes, una diminuta falda azul marino, calcetines blancos hasta las rodillas y para terminar, unos zapatos negros que no estaban con el disfraz. Estaba perfecta, mi fantasía hecha realidad.
Mientras se acercaba a mí con pura sensualidad, vi que las manos las tenía ocupadas; en una un bol con fresas y en la otra un bote de nata montada.
—Vamos a ver…— me dijo mientras se levantaba fugazmente la falda, dejándome ver que no llevaba nada puesto debajo, para después sentarse encima de mí. Eso me puso frenético, mi amiguito se despertó de golpe.
— ¿Vamos a ver, qué? Mala. —le respondí.
—Abre esa boquita—dijo mientras tanto echaba un poco de nata en el cuenco.
Luego, untó la fresa y acercándola a mí boca mordí la punta. Un poco de jugo resbaló de mis labios, ella experta en lamer, se encargó de lo que se me resbalaba. Volvió a acercar el resto de fresa y bocado a bocado nos fuimos terminando las que quedaban, dejando algo para jugar después.
—Ahora me toca a mí.
La levanté de mi regazo instándola a tumbarse, le abrí las piernas y me posicioné entre ellas quedándome sentado sobre mis tobillos.
— ¿Confías en mí?—asintió—. Bien, porque quiero saborear tu coño con esto—señalé las fresas. Me sonrió y eso bastó para empezar mi juego.
Ansioso, le retiré un poco hacia arriba la falda,  sorprendido al ver que estaba sin un ápice de vello me agaché, de golpe un olor dulzón llego a mi nariz. Cogí una fresa, mordí la punta, la pasé por sus labios sin llegar a profundizarlos; al ver que el jugo mezclado empezaba a derramarse hacia el sofá, recorrí con mi lengua sus labios dejándolos secos. Mirándola llevé a la boca el trozo de fresa que había tocado su piel. Cogí el bote de nata para echárselo por la parte interna de sus muslos hasta finalizar en su sexo haciendo pequeños dibujos.
—Cariño, esto sí que es mi postre.
Cuando terminé de lamerlo todo, simulé con mi lengua un anticipo de lo que le esperaba. Entonces, me agarró del pelo y con un gemido ahogado sentí su fluido dulzón y ácido.
 Le mordí la ingle, lo que provocó su carcajada; introduje mi lengua lo más profundo que pude. Cuando vi que ya no podía más, me paré escuchando su gemido de protesta conforme su espalda se arqueaba.
Miró con sensualidad mientras se levantaba para que me sentase en el sofá, fue despojándome la ropa. Nada más terminar de dejarme desnudo, me empujo dejándome sentado, se posicionó entre mis piernas, con ansias aferró mi miembro y lo untó de nata. Con lengüetazos fue quitándome todo sin miramientos, tragándosela hasta el fondo. Solo veía sus coletas moverse, mi atributo se perdía en su boca. Sujeté cada una de ellas, así comenzó un vaivén frenético. Estaba a punto de correrme, mis gruñidos lo indicaban, el problema fue que estábamos tan concentrados en el momento, que no escuchamos la puerta. De pronto, toda libido se fue al garete tras ver a sus padres que llegaron sin avisar, sin hacer ningún ruido.
Desde entonces nada es lo mismo; Parecemos Romeo y Julieta. Prohibieron que la vea… De todas maneras, tenemos planeado irnos a vivir a la universidad juntos, muy pronto.
Lo que hace una fantasía, al final, de una forma u otra, todo se cumple.

1 comentario:

  1. Hola, hola. Muchísima gracias por compartir mi relato, es todo un honor que me hayas hecho un hueco en vuestra magnífica revista.
    Y ya que estamos en vísperas navideñas 🎄 querría felicitar a todos/as los/as lectores/as y que disfruten de estas fiestas.
    ¡Feliz Navidad!
    Un saludo picarón 😘

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