CARRERA ILEGAL
de Lily Tempelton
Estoy muy emocionado
aunque un poco preocupado. Bea, mi hermana pequeña, compite por el mejor puesto
en una de las carreras de coches más importantes de la zona. ¿Por qué conduce
ella y no yo? Pues es muy sencillo, trabajo en un taller y me encanta andar.
Un día mientras trabajaba
en su coche llegó muy ilusionada ya que se acababa de apuntar a una de las
carreras de coches más importante del año. Y ahora estamos aquí en esa carrera
y yo como el fan número dos, ya que el uno es su novio por mucho que me
fastidie. Estoy de píe y subido a unos escalones entre el público, nervioso y
entusiasmado por verla de nuevo en el volante. Eso sí, hoy ella eligió a su
novio Marvin para que fuese su ayudante, quería que yo disfrutase desde afuera
por una vez.
— Solo quería decirte que
cuando termine la carrera, te buscaré. Tanto si gano como si pierdo. — Con un
ligero beso en la mejilla se despide da media vuelta y sin esperar contestación
alguna vuelve a su coche.
Los demás no paran de
cuchichear con lo que ha pasado y yo estoy con una sonrisa de oreja a oreja,
siempre hace lo mismo antes de competir. La carrera da comienzo y tras dar
varias vueltas muy reñidas, por fin hay una ganadora. Bea festeja en brazos de
todo el mundo que ha sido la ganadora. Un golpecito en el hombro me devuelve a
la realidad.
—Tu hermana cada día es
mejor. ¿La has enseñado algún truco nuevo?— Me dice con un tono divertido.
— ¡Hey Nube! Ya sabes que
no, ella es la que tiene la magia para estas cosas, sabe lo que se hace.
— ¿Sabes? No importa, hoy
quería un premio y no era ganar la carrera— me acaricia el hombro y desplaza su
mano por la espalda casi hasta mi trasero.
— ¿No? ¿Entonces cuál
era?— Alzo la ceja derecha y sonrío haciéndome el inocente.
Muy decidida acorta
nuestra distancia hasta que nuestros labios se unen. Al principio es lento pero
según pasan los segundos nuestras pulsaciones se van acelerando al igual que
los movimientos y el beso se vuelve más intenso. Debería parar y despedirme de
Bea antes de seguir. Muy a mi pesar me separo un poco quedando a escasos
centímetros de ella.
—Me parece fantástico ser
tu premio, pero antes quiero darle la enhorabuena a mi hermana y despedirme de
ella.
—Está bien, no tardes.
Voy directo a mi Bea,
ésta da un salto y se cuelga de mi cuello, la felicito con un fuerte abrazo y
la digo que se lo merece, que disfrute con su chico y que mañana lo
celebraremos en la comida familiar. Me dice que sin ningún problema, que por
ella perfecto y que también disfrute. Me guiña un ojo y me despido con un beso
en la frente, como siempre hago.
Nube está sentada en el
escalón entretenida con el móvil, me agacho hasta su oído y le susurro:
—Cuando quieras nos
vamos.
Me tiende la mano y la
ayudo a levantarse. En silencio entramos en su coche, lo arranca para poner
rumbo a un destino que en su mirada veo que ya ha elegido.
Una vez llegamos para el
motor en uno de los barrancos más famosos a las afueras de la ciudad donde
tenemos unas vistas impresionantes a nuestros pies. Nube baja del coche y yo la
sigo y me siento en el capó.
—Me encantan las vistas a
esta hora de la noche. Son espectaculares. — Se coloca entre mis piernas pero
mirándome a mi directamente y no al paisaje.
—Sí — la susurro rozando
su boca seguido de morderle el labio inferior.
Ya nada nos detiene,
nuestras manos van al borde de cada camiseta y ambas caen a nuestro lado
incluyendo su sujetador, el calor aumenta por momentos, sus manos traviesas
recorren mi torso dirección al cinturón, lo abre con facilidad y con destreza
desabrocha la bragueta. Me dejo caer en el frio capó pero con su gracia innata
me deja ahí para ir adentro del coche corriendo en busca de algo. Regresa tan
rápido como ha ido y trae un preservativo en la mano, me lo da mientras sigue
con lo que había dejado a medias y bajándome el pantalón comienza dándome
caricias por encima del slip, se regodea en la zona de mi miembro hasta que lo
pone bien duro. Me doy cuenta de que ella sigue con sus vaqueros y sin más,
cambio nuestras posiciones con cuidado de no caerme, ahora es ella la que tiene
la espalda en el capó y yo estoy entre sus piernas. Le doy el condón y con los
dientes la muerdo el estomago, el vientre y llego al vaquero que con mis largos
dedos desabrocho y bajo. Lleva un culot el cual desaparece igual que mi slip y
forma parte de la montaña de resto de ropa que hay en el suelo. Con ansias
atrapo un pecho y doy un mordisco al pezón izquierdo, un grito animado me saca
de mi labor y me doy cuenta que en la mano tiene el condón desenvuelto.
—Se me revelaba y no
quería abrirse.
Reímos y no dudo, la
beso, me separo mirándola con complicidad y desplazo mi mano rozando su piel,
desde su pezón derecho rodeándolo y tirando de él, hasta llegar a su estómago,
donde lo lamo al igual que su ombligo y termino soplándolo. Vuelve a reír y
sigo mi camino llegando a su vértice, muerdo justo en su monte de Venus y sin
darle tiempo paseo mi lengua con ímpetu llegando a donde ambos ansiamos, la
miro desde esa perspectiva y veo que ya no se ríe, sino que su cabeza está en
el capó y su espalda elevada. Los gemidos de su boca salen sin cesar y no puedo
evitar acelerar esa imitación de lo que vendrá después. Noto como va saliendo
ese manjar afrodisiaco de mujer que a todo hombre vuelve loco y en cuestión de
segundos un grito ahogado más la tensión de toda ella me dice que el primer
orgasmo de la noche acaba de llegar.
Me levanto y con
velocidad me pongo el preservativo. Una vez puesto me posiciono entre sus
piernas y agarro sus caderas, las elevo posicionando mi pene en la entrada, la
miro a los ojos y veo que desea que entre en ella y la haga mía. Despacio voy
avanzando en su interior, está tan lubricada que en el segundo empujón entro
del todo, una vez llego al fondo ambos gemimos por ello. Ella abraza mi cintura
con sus piernas y me afianza con sus brazos el cuello, con maestría apoyo las
manos en el capó y comienzo un pequeño vaivén que poco a poco cambia en
certeras embestidas, las cuales van siendo cada vez más potentes y precisas,
ella por su parte se contrae, noto como su interior me absorbe y su calor me
arde, con cada empujón me proporciona un placer que va aumentando y sus
mejillas la delatan. Muerdo su pezón izquierdo y con las manos puestas en sus
caderas la sujeto para que esa bola de fuego que noto en mis bajos explote,
aunque no pienso dejar que eso ocurra sin que ella se corra conmigo. Desvío una
mano hasta ese punto de nervios que está justo en su vértice y con círculos lo
masajeo con brío, noto que está a punto y sus gemidos y gritos lo demuestran,
conozco a la perfección esa sensación de presión en mi pene, la cual me indica
cuándo Nube se va a correr. Siento que me estruja y sus fluidos ayudan a que
llegue a mi orgasmo pero quiero esperar a que ella tenga el suyo. Acelero, sigo
y sigo con las embestidas hasta que el grito de Nube y su sexo me dicen que ha
llegado y yo exploto con ella.
Mientras nos calmamos,
disfrutamos de esa sensación poscoital.
—La semana que viene
tengo otra carrera ¿Vendrás a verme?
—Cariño, sabes de sobra
que sí.
Me da otro beso mientras
se viste y me pasa la ropa.
—No tardes en vestirte.
—No, que aún queda ir a
casa, dar de cenar al peque y acostarlo. — Nos reímos y al no poder resistirme
la beso con ternura.
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