Blancanieves y Los 7 enanitos
ESPEJITO, ESPEJITO...
— Me sigo manteniendo en que Blancanieves es la tonta del cuento, Angélica. Es una esclava a cambio de cama y comida al servicio de siete enanos asquerosamente ricos.
— Tu capacidad para ver el lado negativo no tiene precio, Demónica. Confianza, amistad, trabajo en equipo; amor. Esos son los valores que ensalza el cuento. La única maldad es la de la madrastra y lo paga bien caro.
— Tu capacidad para ver el lado negativo no tiene precio, Demónica. Confianza, amistad, trabajo en equipo; amor. Esos son los valores que ensalza el cuento. La única maldad es la de la madrastra y lo paga bien caro.
— ¿Tú crees? Es guapa, tiene dinero, sirvientes, un castillo; poderes de bruja...
— Entonces, según tú, ser bueno y noble es de tontos; no se valora y no tiene recompensa.
—No, Angélica. Lo que quiero decir es que la madrastra se lo pasaba de puta madre mientras Blancanieves jugaba a las casitas. La independencia y el poder de la madrastra lo ponen como algo negativo, mientras que limpiarle los mocos al Mudito ha de ser el objetivo de toda «princesita», y futura reina, del castillo.
— Blancanieves se quedó con el príncipe. No me negarás que es un final feliz.
— ¿El Prin-qué? ¡Ahhh! ¿Te refieres al tipo ese que pasa por casualidad y se encuentra a una jovencita sumisa y callada a la que con un beso se lleva al huerto, digo castillo, para que le siga lavando y planchando y le dé herederos, varones por supuesto, para continuar la estirpe?
—Joder, Demónica, te empeñas en cargarte el cuento. Blancanieves se gana la amistad y el cariño de todo el mundo con su bondad. Y es feliz con el amor de su vida. El bien tiene su recompensa y el mal su castigo. La madrastra se muere envenenada y vieja.
— Sí, ¡pero como disfrutó la jodía! Jajaja.
— ¡Bahhh, déjalo! Está claro que no nos pondremos de acuerdo. Entonces, ¿vamos a la fiesta de disfraces? ¿Yo de Blancanieves y tú de madrastra?
—Hummmm, con una condición.
— ¡Ay, Demónica, con qué me irás a salir ahora!
—Si aparece la Bestia, me la pido para mí.
—¿La Bestia de Bella?, pero si ese es más bueno que el pan.
— ¡Ay, Angélica, no has entendido nada...!
Texto
corregido por Elizabeth No
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